domingo, 28 de diciembre de 2014

PRÁCTICO EXPRESS DE CÓMO DEJAR A ALGUIEN (en 6 sencillos pasos)




Lo primero –y esencial para poder proseguir– es estar con alguien. No nos estamos refiriendo exclusivamente a una pareja sentimental: cualquier situación en la que uno esté específicamente con alguien puede servir –esto es, no a su lado en plan ni-fú-ni-fá, sino allí de forma completamente consciente y pretendida, independientemente de la razón de tal binomio–, por lo que la separación activa de ambos por iniciativa de usted es del todo factible.

A continuación, detallamos los pasos a seguir para dejar a alguien.

1. Diga "me voy". Dígalo en voz alta y clara, y a poder ser acompañe la sentencia con un contacto visual sólido. En el caso de estar acompañado por alguien ciego, resulta lícito permutar dicho contacto visual –del todo inútil, como puede imaginarse– por un contacto físico de voluntad exclusiva y unilateral (agarrar del brazo y apretar ligeramente, palmear la espalda, presionar su hombro con el de su acompañante como si fuera un bolo a punto de irse al garete. Cosas así). Cuidado con resultar demasiado agresivo: su intención ha de ser meramente la de llamar su atención, sin dar pie a males mayores.

2. Lo más probable es que nuestro acompañante, siempre y cuando le coja desprevenido –eso esperemos, porque así la cosa tiene más gracia–, le pregunte a propósito de su repentina marcha. "¿Y eso?" Nuestra respuesta ha de ser contundente pero sin dejar espacio a ramificaciones argumentales que pudieran entorpecer el proceso. Por ejemplo: resulta mucho más recomendable un "porque sí" entonado al límite de lo hebefrénico que un serpenteo dubitativo por argumentaciones inventadas sobre la marcha y sujetas a un forzado tejemaneje de improvisaciones, del tipo "es que tengo que ir a…" o "resulta que me acabo de acordar de que…". Tales concesiones solo pueden conducirle a un estrepitoso fracaso del que se arrepentirá el resto de sus días: hay veces en que la vida solo nos da una oportunidad.
     En el caso –improbable aunque posible– de que nuestro acompañante se pronuncie en clave de negación de una forma directa y sin ambages, su actitud no deberá variar en absoluto. Conviene hacer hincapié en que ya se está cruzando ese puente, y que la mendicidad nunca fue un oficio de valientes. Veamos un esquema conversacional arquetípico de esta situación, donde lo único que no habrá de cambiar son las líneas discursivas de usted. Desde el principio:

Usted: Me voy.
Acompañante: ¡No!
Usted: Porque sí.
Acompañante: ¿Eh? No comprendo. ¿Porque sí qué?
Usted: Porque sí.
Acompañante: ¿Pero el qué?
Usted: Porque sí.
Acompañante: No te entiendo… ¿Porque sí no te vas o no te vas porque sí?
Usted: Porque sí.
Acompañante: Joder, pero ¿porque sí qué? ¿A qué te refieres? ¿Por qué solo dices eso? ¿Te encuentras mal o…?
Usted: Me voy.

Y vuelta a empezar. Así sin parar, hasta que la cosa se ponga rara.

3. Cuando la cosa se ponga rara (sea porque sí o por cualquier otra consecuencia natural derivada de la situación), es importante que no se vaya. A partir de este punto, cualquier contacto visual –o físico, en su defecto– no es recomendable. Por lo que a usted respecta, está todo dicho. Su acompañante, que para su desgracia no goza de toda la información, seguramente volverá a increparle con preguntas típicas del que se siente atrapado por las arenas movedizas del desconcierto.
      Dependiendo de la formación y entereza de su recién abandonado acompañante, la siguiente ronda actitudinal oscilará entre los abismales límites de la lógica y la agresividad formal del perdedor incipiente. El despecho, la proverbial carcajada falsa y seca –siempre culminada con un "en fin" farfullado entre dientes–, brusca vuelta a ese violento silencio que tan bien conocemos todos, o quizá una elocuente mueca de estupefacción encañonada al vacío: sea cual sea su movimiento, usted no ceda. Enróquese en su voluntad de marchar y en su legítimo derecho al libre albedrío. Ahora, usted controla los hilos. Que tales embistes no le amedrenten; todo lo contrario, sepa que la desesperación es pésima consejera y que nadie tiene que salir de ahí herido sin razón, por lo menos a estas alturas. No haga nada de lo que pueda arrepentirse. Usted, fuerte como un tronco. Recuerde: se está yendo. Es su decisión. No pueden ponerse puertas al campo.

4. Espere a que se calmen las aguas. Todo el mundo tiene un límite, y su acompañante no puede ser una excepción. En todo caso de que sí lo fuera, consultar punto 4.1. Si, tal y como prevemos, efectivamente alcanza su tope en un tiempo razonable, lo más probable es que acabe por callarse. Como suele ser habitual en la mayoría de acompañantes, intentará volver a la normalidad de su binomio entre ambos: hará ver que no ha pasado nada. O puede que empiece a darse aires, como si estuviera indignado o algo parecido. Sea cual sea su reacción, nuestra posición ha de permanecer invariable y seguir –desde este punto, más que nunca– las instrucciones al pie de la letra.

   4.1. Si su acompañante alardea de un saque fuera de lo normal, lo más seguro es que continúe preguntando en círculos a fin de obtener una respuesta satisfactoria. Si esto pasara, debe escoger entre usted y él: solo uno de los dos volverá a ver mañana la luz de un nuevo día.

5. Intuya cuándo es el momento. Cuando lo note dentro de usted, avance sin miedo un paso más en su tarea de largarse con viento fresco: vuelva a decir "me voy". Esta vez, dígalo más fuerte y como si estuviera cantando. Dótelo de una melodía al gusto, alárguelo tanto como crea conveniente. Si le da vergüenza marcarse una tonadilla, también puede repetirlo muchas veces, a secas y sin melodía, pero tan rápido como pueda. No haga pausas entre "me voy" y "me voy", entiéndalo como si se tratara de una palabra larguísima y sin acentos. Le recordamos que cualquier contacto visual y/o físico está del todo desaconsejado por el momento: solo hará que poner las cosas más difíciles entre ambos.
     Repita cualquiera de estas dos operaciones tantas veces como sea necesario, incluso puede alternarlas si gusta. Hágalo sin tasa alguna hasta conseguir que su acompañante, agotado a causa de tan demencial comportamiento, opte por marcharse por su propio pie. El tiempo necesario para que esto suceda puede variar en relación a la naturaleza de su binomio, el tiempo que hace que se conocen, la confianza que ambos depositaron en el otro, la fragilidad emocional de su acompañante y la agresividad formal de sus "me voy". Estadísticamente, está comprobado que esta parte de la operación no suele durar más de hora y media: si la cosa se alargara más, pruebe a gritar más y a acompañarlo con convulsiones (pueden ser fingidas, siempre y cuando éstas resulten lo suficientemente convincentes).

6. Si todo ha ido como debiera, su acompañante decidirá alejarse de usted. Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que esto suceda: atentos al primer indicio, porque tal y como nuestro acompañante haga el más mínimo amago de alejarse de donde se encuentran, usted habrá de seguirlo. Aproximándose lo máximo posible sin llegar al contacto físico, irá a donde él vaya. Sin excepción. Usted deberá estar preparado para cruzar semáforos en rojo, saltar vallas, acelerar su paso al trote y correr si la ocasión lo requiere, empujar a toda la gente que se cruce en su camino… Y todo ello, sin parar de recordarle que "se va". Aquí recomendamos añadir nuevas palabras a nuestro mantra, como por ejemplo "para siempre" y "nada podrá hacerme cambiar de opinión". La cosa podría quedar así: "me voy me voy me voy me voy para siempre, ¿me oyes? ¿ME ESTÁS OYENDO, HIJO DE PUTA? ¡Para siempre me voy! Me voy me voy me voy me voy me voy nada podrá hacerme cambiar de opinión", etc.
      Es algo sabido que nadie puede huir indefinidamente. Así que, antes o después, su acompañante comprenderá que no hay escapatoria. Ni tampoco lugar donde esconderse, siempre y cuando usted haya preservado la distancia mínima entre ambos. Así las cosas, cuando cese la persecución por agotamiento o por cualquier otra forma de hartazgo, la cosa podría ponerse violenta. Aunque cueste creerlo, hay muchas personas que pueden volverse francamente agresivas en según qué situaciones de asedio indiscriminado.
      Deje que los golpes se vayan alternando de forma natural: uno él, uno usted. No dude en utilizar todos los medios a su alcance para tomar la ventaja: piedras, botellas rotas, puñados de arena directos a los ojos y, si fuera ciego, empujarlo con los pies hasta derribarlo. Un ciego que cae al suelo en una pelea es como un gigantesco pato de feria: fallar es técnicamente imposible. En definitiva, haga todo lo posible por alzarse victorioso. Esto es importante.
       Y luego márchese.
      No mire atrás. Mire al cielo. Alce la vista, merece la pena: hoy es primer día del resto de sus días.




sábado, 27 de diciembre de 2014

{BONUSTRACK} - COUCHÉ NIGHTMARE meets LA CAIXAH








–––––––––––––––––––––––––––––




Y Aquí, la foto original después de haber pasado por la vicaría. Pobre muchacha, tan joven y ya siendo objeto de deseo para una entidad bancaria. En fin: la culpa es de los padres, como se suele decir.

–––––––––––––––––––––––––––––


#OperaciónPandora es terrorismo. No a la política del miedo.


VANITY Y LAS NORMAS (DEL VERTEDERO)



Celebrando aún su nueva, flamante y recién diseñada web (diseño, por cierto, pertrechado por el que aquí suscribe), mi partner-in-crime Vanity Dust se ha tirado al rollo con una mención de Las Normas del Vertedero: reseña para mear y no echar gota, no doubt.

Y, de esta guisa tan simpática, acabar un año tan lleno de bien y de mal como –más o menos– siempre. Lo que nos devuelve a la primigenia consigna de quien bien SE quiere: cuanto más te rías y menos sufras, mejor. Hazlo como puedas. Lo demás es tocar los cojones, y poco más.


martes, 16 de diciembre de 2014

FELICITACIÓN NAVIDEÑA



Desde Esto No es Berlín, mi amigo y compinche de fechorías Jaime rodriguez Z. me pidió que creara una "felicitación navideña" a "mi estilo": esto es, intentando educar a la juventud a la par que lanzando un mensaje acorde con la sucesión de efemérides típicas en las que nos estamos sumiendo (hoy como cada año), queramos o no.

El horror, el horror. 

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Todo esto, recordemos, a colación de la reciente –a la par que flamanteh– publicación de mi último poemario Las Normas del Vertedero: el regalo perfecto de estas navidades, dado que podrían ser las últimas.

Pocos, muuuy pocos, se entregan a la causa como un servidor. Que conste en acta. Y a ver si lo valoráis como es menester.



lunes, 8 de diciembre de 2014

POEMAS DE MIERDA PARA UN MUNDO DE MIERDA, CAP. 2.

Presentando en exclusiva LA MÁS GRANDE
—AMOR DEL HOY—


Version:1.0 StartHTML:0000000105 EndHTML:0000004394 StartFragment:0000001976 EndFragment:0000004358
-->
Me la pera me froto, 
Cancerbero
Y que lo sepan todos
UNA MAÑANA DIFERENTE
Y MÁGICA
EN FAMILIA
                      Que dure mucho el planetario

Enteramente precioso
Regístrate
Sin dientes pareces una chupona de Madagascar
Muy vieja y que sepas que tienes que hablar porque si no
NO VALE

Me voy a un bar solita
+
Hell Angels
+
el mono que nos pegó La Sida

TODOS LOS CULOS GORDOS DE LOS GATOS

Todo
Como un camionero amable
Vamos ya
                no sea que nos llueva malamente.


POEMAS DE MIERDA PARA UN MUNDO DE MIERDA, CAP. 1.

HOY PRESENTAMOS
CHICHO ROMANCE


Version:1.0 StartHTML:0000000105 EndHTML:0000009774 StartFragment:0000001980 EndFragment:0000009738
-->
Queso Jarimi, noche de luna llena
Chicho romance tú eres
como la noche de los enjamonados
Bultos no me importan too much
Si los puedo saltar como una potra


Sorli-discau es dramón
What if si atentado amateur only for la jodienda
Pure feeling, es descomunal

Chicho romance
Múltiples colchones of gomaespuma sobre tú
mal momento, vishte
Como gordas piel morena
Hace 25 años alguien robó una farmacia
Chicho
           Romance de chicho me se repite da falafel
He engordado a tus canarios tedjedsemaní

Double-tubodeesacape into yo’ boquerón
Dame dinero, chicho
                                  De la noche
                                                     Chicho
                                                                Very chungo



Jodido as yo’ padre
Escopetazo in da ingle
Te se ha visto frecuentar bares de hombres
Bicós
         Chicho Romance
         SUPER-LATINO Electric to the Night

Tu vida está into da tapperware
So mai burundanga es too many guarrah
Chicho
           De amor flemones.

Flemones son cabezas de simpático periquito
(hijo de puta bastante quizás, sedicesecomenta)
           desde fuera varias veces parece tu gimnasio
HONGOS
                Tiro de la cadena y te vas,
So many tordos in yo’ chicho life
La careta de tu mamá
Is so amanecer into mi playa de goma buena.

Cruz cruz bi-marsupial de tu amor
Vete fuera con tu bulto, comadreja by desayuno
Si te sabes amarillo por el Amor
Se conoce que fuiste el juguete de unos marineros

Hoy son turcos
Tus amigos
Turcos todos
muñeco marrón – libera a Willy – Golem rising
Obama's coming into da Casita Blanca – Toblerone’s awakening
Como el choco-strasse 
SO MANY REAL
vete fuera like free chorongo in da Costanegrah

Aquí siempre cascos con forma of cocina de pobre,
Cojoh cosas
                     mal.


martes, 25 de noviembre de 2014

DIEZ REVELACIONES FALLIDAS DE UNA VERDAD SIN IMPORTANCIA












Serigrafía (mal hecha) sobre papel. 15x10 cm (cada una). 2014.
——————
Por cierto: los niños de la foto son Tito y el Piraña, de la clásica serie televisiva Verano Azul.
——————
Especial dedicación a mi hombre El Paloma: sin ti, ni esto ni nada.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

PH-MGZ Nº5. ILUSTRACIÓN PARA MI PROPIO TEXTO.





"Daba igual el frío, incluso si llovía. Había aprendido a hacerlo también durante la peor parte del invierno: incluso los días más desaprensivos eran previsibles, había referentes anteriores, nada fuera de lo normal. A pocos metros de la roca tapizada de liquen –enclave donde Mallol pasaba todos los días, esperando– había un tronco hueco donde solía guardar cosas. Con el tiempo y la experiencia, había aprendido lo conveniente que podía resultar tener a mano ciertos útiles a la hora de hacer más llevaderas aquellas jornadas en las que solo cabía aguardar. Galletas de maíz, un par de cojines viejos, una navaja, un trozo de cuerda, varios recipientes cerrados con agua potable, un par de calcetines secos y una revista de desnudos que encontró tirada en el patio de la iglesia. A veces, de forma menos regular, también guardaba en aquel tronco hueco pequeños animales muertos que de tanto en tanto se encontraba de camino en la vieja carretera, una vía sin asfaltar que serpenteante lo conducía desde su casa hasta aquella roca acolchada de liquen. El lugar señalado por el Gran Trueno, justo al tocar la medianoche del día de su decimotercer cumpleaños: ese era el lugar, ahí debía esperarlos. Sus Mayores aparecerían, llegado el momento, para recogerlo y llevárselo a donde verdaderamente pertenecía."   


 Yo mismo, "El gran trueno de San Agustín" 

 

martes, 18 de noviembre de 2014

PH-MGZ Nº5. ILUSTRACIÓN PARA EL TEXTO DE JESÚS CAÑADAS




"Claro que tiene nombre. Por supuesto que lo tiene. ¿No me creen? Ya. Para ustedes es fácil porque no han pasado por esto. Me imagino sus caras, las miradas que de deben estar cruzándose, ahí, escondidos en la oscuridad, ocultos por su lamparita. Me analizan como un insecto y encima pretenden que colabore mientras me viviseccionan.
Váyanse a la mierda. Sé lo que vi. Soy una persona de mundo. He viajado. He probado drogas. Bueno, una vez. Pero vamos, que sé que lo que vi no fue una alucinación. Estuve en un lugar real.
Es un lugar real. Que ustedes no lo encuentren no significa que no exista ni que no tenga nombre.
Ya se lo he dicho, no lo recuerdo."


Jesús Cañadas, "Grabación cuarenta y seis"


lunes, 17 de noviembre de 2014

PH-MGZ Nº5. ILUSTRACIÓN PARA EL TEXTO DE COLECTIVO JUAN DE MADRE




"El pequeño estudio cinematográfico se encuentra en el sótano de la casa. Una  compleja red de conductos y espejos, que atraviesan el edificio hasta su tejado, permiten que la luz natural ilumine en todo su esplendor este cubículo subterráneo; haciendo imposible, a la vez, que alguien pueda contemplar desde el exterior lo que allí dentro se está filmando. En este momento, frente a la cámara, un hombre grande con una falsa corona de oro ocupa un trono. El hombre mira fijamente al objetivo de la cámara, visiblemente triste y excitado. La tristeza queda resaltada por el color áureo de sus iris; pero, evidentemente, este detalle no quedará registrado en la película. Tiene los pantalones caídos por los tobillos. En la mano derecha sujeta un ramo de flores, con la izquierda utiliza una pequeña fusta para atizarse los testículos. Con cada golpe su pene va engordándose. Ésta será la secuencia de obertura de la película que ha de llevar por título “El Rey frente al Espejo”, y que constituirá el cuarto y último trabajo que harán los hermanos Baños para el rey de España Alfonso XIII."


 Colectivo Juan de Madre, "Dónde vas Alfonso XIII"


viernes, 14 de noviembre de 2014

ENTREVISTA PARA EL DIARI ARA



Salío publicada hace una semana, pero creo que no se podía visualizar entera hasta hoy (al no ser que te registraras, introdujeras tus datos personales, etc: por supuesto, preferí esperar).

Por cierto, el titular es incorrecto. Yo no dije eso. Dije que era muy bueno haciéndolo, pero en ningún momento me autoproclamé el mejor. Dios me libre de ser el mejor en nada, y de la tediosa responsabilidad que ello conllevaría. Arg. 

En fin. Si queréis más de lo mismo, click AQUÍ. Y que os aproveche.


jueves, 13 de noviembre de 2014

DESCUBRIENDO LAS PALABRAS. HOY: "MOTOR".





Cuentan ciertas escrituras de culto que, a altas horas de la madrugada del 2 de febrero de 1703 (año de Nuestro Señor), pudo verse circular por las principales calles de Segovia un singular carruaje nunca antes visto. Se trataba, al parecer, de un vehículo a motor: rugiendo como bestia en celo, vive dios que no se pudo dar cuenta de caballo alguno, buey o mula de tiro que jalara aquel extraño faetón –cuyas ruedas, dicho sea de paso, no eran de madera sino de una pasta negra más blanda que la piedra pero más dura que la miel fresca–; dentro de él, cuatro mancebos de mucha juventud y bien amigos de la algarabía gritaban y cantaban y zarandeaban al aire tinajas rebosantes de vino tinto y tierra blanca. Como si fuera el mismo diablo quien los persiguiera, no se detuvieron más que para el viento cortar, siendo su transporte una gigantesca y peculiar punta de lanza azul brillante, del mismo tono que luce la última hora de la noche, cuando ésta se contamina con el primer resplandor del nuevo día.

Justo al salir del núcleo urbano de aquella Segovia antigua, aquellos pizpiretos zagales arrollaron sin miramiento alguno a la joven hija del más importante terrateniente de toda la ciudad, dándose de inmediato a la fuga. La muchacha, según se dijo entre sístoles y diástoles, se hallaba regresando a hurtadillas de una secreta velada amorosa. Tras haber pasado la noche con un joven pastor de las afueras –apuesto y fornido y bien conocido entre señoras de moral distraída–, iba ella como flotando, sin atender más que a los primaverales latidos de su joven vulva, recién estrenada y aún sangrante, bombeando al compás de un corazón preso de nuevas y viscosas pasiones. Pobre chiquilla que –sin vérselas venir– cobró por partida doble, habiéndose cerrado ella misma las puertas reservadas a la virtud celestial justo la noche que le tocó reunirse con su creador.

Más que difícil vino a ser el ponerle nombre a la siniestra "magia" que, sin atisbo de yugo ni herradura, impulsaba aquel insólito artilugio que –fuera por la voluntad de dios o por cosas que pasan– de pronto apareció de la nada, cruzó Segovia como un rayo y, antes de volver a desaparecer, acabó siendo el asesino huído de aquella joven ligerita de cascos y amiga póstuma del trasnochar; de mocita virtuosa a mártir de la providencia, tan preocupada como estaba por intentar apaciguar el sofoco de sus mejillas con el viento helado de aquella noche invernal. Antes de poder decir esta boca es mía acabó de cabeza en el hoyo, con el cuerpecito más frío y tieso que los escalones que conducían al portalón de la iglesia.

A pesar de tratarse –casi con toda seguridad– de un vehículo a motor impulsado por combustible refinado, nadie se refirió a ello con ninguna de estas palabras: los testigos –que no fueron pocos– lo describieron como buenamente pudieron, agitando los brazos y recurriendo a las más variopintas onomatopeyas. El término vino luego, mucho tiempo después: tuvieron que pasar más de 70 años para que alguien, por la razón que fuera, acuñara la palabra motor (tal cual) y le diera un primer significado consensuado.

Como dato chocante, cabe decir que tal palabra –sencilla y ruda como pocas– no significó (por lo menos, no de buen principio) lo que actualmente viene a decir: según documentos fiables que así lo confirman, por aquel entonces el sustantivo motor se empezó a usar para definir un tipo muy específico de abuso sexual. En concreto, aquel acontecido dentro –y solo dentro– del más íntimo seno familiar. Es decir: por extraño que pueda parecernos, en la Segovia del 1800 se decía que un padre "había motorizado a su prole" cuando, lejos ya de toda ambigüedad y totalmente abrumado por las evidencias, éste había sido descubierto en el momento de forzar sexualmente a alguno de sus hijos.

Veamos ahora algunos usos habituales, que van desde expresiones recurrentes hasta frases hechas, en las que motor se usa bajo este sentido primigenio:

"El padre de Zacarías, aunque nadie se atreve a decirlo, es un motor".

"Tanto da si es campo o ciudad, motores hay en todas partes" (aquí podemos discernir una voluntad popular de amarga aceptación respecto a la inherente maldad que anida en los corazones de todos  los hombres, siendo cada uno y sin excepción un volcán latente que puede joderle el fin de semana a la parroquia, a bote pronto y en menos que canta un gallo).

"Abuelo motor, nietos mongólicos".

"Mejor ser ladrón que motor, pues hasta el ladrón sabe que los hijos son lo más grande que hay en el mundo".

 Sin embargo, si a quien se había forzado era a la esposa, entonces resultaba incorrecto –o, mejor dicho, poco pertinente– usar la palabra motor y, por ende, su correspondiente uso verbal. Esto era debido a que, dadas las circunstancias y la laxitud moral propia de la gente labriega, resultaba prudente diferenciar el abuso natural (esposa) del abuso innatural (descendencia directa, esencialmente hijos y nietos), protegiendo así a la sociedad de aquel momento de una incipiente capa social con graves retrasos mentales, deformidades innegociables, frentes inmensas y una descorazonadora ineptitud para los trabajos propios del campo –y extrapolable a casi todo lo demás–, pájaro de mal agüero para el producto interior bruto de la época. 

No fue hasta el 1904, coincidiendo con el impacto en tierras castellanas del gigantesco meteorito que arrasó media meseta y un buen puñado de preciosas arquitecturas históricas, que motor no empezó a derivar su significado hacia derroteros más ajustados a lo que hoy en día tenemos entendido.

Una de las grandes hermosuras del lenguaje, si se me permite opinar, es su capacidad de mutación. Una predisposición al matiz, cual sea el grado de éste, que necesariamente juega en términos estrictamente contemporáneos a su tiempo. Como herramienta viva que es, el lenguaje vira y se convulsiona en pos a una mejor usabilidad dentro de su tiempo y contextualización social. Así fue como, antes de alcanzar el sentido último del que hoy goza, el término motor fue modulándose poco a poco en su significado, buscando ante todo optimizar su lugar en el mundo.

Nos remontamos hasta el verano de 1912: tras una saga de inclementes campañas sociopolíticas en contra de la endogamia y del abuso sexual de padres a hijos, el índice de motores dentro la sociedad disminuyó considerablemente. Se establecieron nuevas leyes que penalizaban con cuantiosas multas todos los casos detectados de padres demasiado marchosos, en especial aquellos que acababan en embarazo y/o desequilibrios mentales severos de carácter permanente. Gracias a la escolarización selectiva, el chantaje emocional y la construcción de nuevos y mejores centros penitenciarios, el número de hijos violados sistemáticamente por sus progenitores bajó hasta cotas meramente testimoniales. La región mesetaria fue, quizás, la zona del país donde más recalcitró la figura original del motor. La dificultad de acceso a sus muchas aldeas, una arraigada tradición celtíbera y las consecuencias geográficas que dejó el meteorito a su paso, fueron algunas de las causas por las que muchos motores –aparentes padres de familia con valores estándar y una vida social muy poco fuera de lo común a primera vista– siguieran haciendo de sus hijas madres y hermanas al mismo tiempo.

 Así las cosas, el sustantivo motor –y su inseparable versión en verbo: motorizar– tuvo que empezar su proceso de cara a los nuevos tiempos. Gracias a su sentido original, fue fácil ir derivando su significado popular hacia conceptos más adecuados a su momento presente. Poco a poco, motor empezó a significar retraso, irregularidades físicas (jorobas, membranas, tener una pierna más larga que la otra, cráneos descomunales, asimetrías faciales…) y, sobre todo, condición de apestado social. Es esta última acepción la que, sin duda, gozó de mayor aceptación y popularidad entre todos aquellos que sabían y/o podían hablar. Fue durante el primer cuarto de siglo cuando motor pasó definitivamente a representar algo nuevo, siempre sin olvidar esos sedimentos etimológicos que resultaron tan esenciales para reconstituir su razón de ser. Veamos a continuación unos cuantos ejemplos, muy comunes en aquellos momentos, en los que podemos constatar lo dicho sin atisbo de duda:

"Pedrín es un motor, por eso no tiene amigos y siempre está solo y le tiramos piedras únicamente para divertirnos".

"Hoy, representación libre basada en la gran obra de Victor Hugo, "Nuestra señora de París". La compañía teatral Azucena de Mérida tiene el honor de presentarles: "El motor de Notre-Dame"."

"Yo, si me sale un hijo motor, antes lo ahogo en el río que cargar con él toda la vida".

"Los motores también son personas: no les hagas el vacío".

Curioso, ¿verdad? Mucho había llovido desde aquella madrugada del 2 de febrero, cuando por entre las calles de una vetusta Salamanca pasó raudo aquel rugiente artilugio, humeando y sin riendas a la vista. El pobre terrateniente, conocido en la ciudad por su enorme corazón y su capacidad para darse a los demás sin pedir nada a cambio, conoció aquella noche el indecible dolor de perder a una hija. Sangre de su sangre, el mayor de los tesoros, su más grande ofrenda al mundo. Por si fuera poca la pena, ni siquiera murió virgen. Dato peregrino, si así se quiere ver: nada tuvo que ver su maltrecho himen con la idea de que aquello, la esencia de todo aquel suceso, iba a conocerse dos siglos más tarde por la terminología de conducción temeraria, siendo aquí inherente el factor de una tracción alimentada por combustión de sustancias fósiles debidamente refinadas, cinética propiciada por un engranaje mecánico más o menos sofisticado, de tamaño y precio variable, sin ojos. 

Pero volvamos a nuestro apasionante recorrido por el exuberante devenir etimológico de motor. Nos situamos ahora justo en la mitad del siglo XX: corren los años cincuenta, la gente empieza a ser más alta, las muelas del juicio ya no son lo que eran y la sociedad, que no tenía ni un pelo de tonta, empezó a notar que los motores empezaban a pasar más y más desapercibidos. Los de nueva generación ya no eran tan espectaculares ni llamativos como los de antes, apenas podían verse motores de esos que a buen seguro iban a acabar sus miserables existencias en un museo provincial de ciencias naturales, disecados en posturas graciosas o en frascos de formaldehído. 

Lo que empezó siendo un rumor, pronto acabó por convertirse en un clamoroso pavo real sociopolítico de ingentes proporciones: el país estaba en su mejor momento, desde que conociera su máximo esplendor tras la domesticación masiva de herejes, cinco siglos atrás. Las violaciones, los abusos físicos y los episodios de espasmo granjero se habían acotado por propia inercia en el seno estricto del matrimonio (binomio esposo-esposa). Las mujeres, felices de no ser madres y hermanas a la vez, recibieron con entusiasmo esta renovada corriente de violencia doméstica, entregándose con gran gozo a las agresiones naturales, sanas como una lechuga, por las que tanto tiempo habían estado lidiando a gritos –o mordiéndose los carrillos por dentro hasta hacerse sangre, que para el caso es lo mismo–, reptando sus miserias entre graneros, balas de paja y boñigas de vaca. Infortunios genéticos como la hidrocefalia, el albinismo o el alelamiento regresivo pasaron a ser cosa de otro tiempo, por lo que de pronto se dispuso de mucho tiempo libre. Nuevas formas de ocio sacudieron el polvo de sus humildes formas de vida, ampliando horizontes hasta cotas inesperadas. Inaugurar pantanos, golpear a perros con cadenas, autoimponerse toques de queda o ir de un lugar a otro sin un objetivo definido se convirtieron en deliciosos acontecimientos cotidianos a los que pronto se avinieron. Y con gusto.

Ante tan categórico panorama, ¿acaso podía haber lugar para un sustantivo como motor? De nuevo, adaptarse o morir: el término, en progresivo desuso y afectado por un cierto halo caduco, se resistió a quedarse de brazos cruzados, no dudando en aplicarse apasionadamente a las flamantes realidades de su nuevo medio.
     Como se le suele exigir a todo término vigente, era necesario que describiera algo que necesitara ser descrito. A esto, añadirle la circunstancia –no necesariamente un inconveniente– de su histórico etimológico, por lo que su nueva definición debía partir necesariamente de algún lugar común respecto a sus existencias anteriores. Fácil como deslizar un frankfurt por un pasillo: casi sin quererlo, el grueso común empezó a reciclar su significado para dotarle, una vez más, de nueva relevancia.

A pesar de todo lo positivo y apacible y genéticamente mejorado, en el conjunto global de cosas seguían existiendo ciertos "puntos negros", impurezas naturales implícitas a todo ecosistema que, a modo de autocrítica cósmica, no hacían sino reforzar el sentido de la evolución per se: en el arduo camino hacia una supuesta perfección formal (más un ideal que una meta asumible) siempre han cabido ciertos márgenes de error que desde el principio se encargaron de mantener la atención y la guardia alta. Algo así como un jardín donde siempre hay algo que hacer y que no conviene desatender durante demasiado tiempo.
     Retrocediendo sobre sus sedimentos etimológicos, resultaba relativamente sencillo encajar las piezas: sin perder su imaginario en general, de nuevo había un hueco donde embuchar el término motor; una evolución proporcional, giro de prisma lógico y coherente, una modernización necesaria de la que todas las partes iban a sacar partido. Por un lado, nuestro sustantivo favorito logró desenquilosar su propia vigencia, evolucionando hacia lugares más útiles y al alcance de todos. Por otro, la sociedad obtuvo justo lo que necesitaba para describir todo aquello que, tras disiparse la dulce resaca de virtud con la que recientemente habían amanecido, de pronto empezó a formar parte de un paisaje que a primera instancia se les había antojado perfecto.

Así pues, una nueva vuelta de tuerca evolutiva para lograr que motor mutara para bien y pasase a significar otra cosa.
       Por supuesto, aquella no fue la última vez.

Un jardín que no conviene descuidar.

Motores para todos.
 


martes, 11 de noviembre de 2014

LAS NORMAS DEL VERTEDERO, RESEÑA EN PLAYGROUND


Gracias infinitas a Luna Miguel por esta –muy benevolente– reseña de LAS NORMAS DEL VERTEDERO. 

Cosas que animan un poco el día. 


miércoles, 5 de noviembre de 2014

POR NO DARLE DE COMER A LAS PALOMAS




––––––––––––––––––––––––––––––––––––

ICEBERG


Pasa que, aquel que no sabe escribir
–yo, por ejemplo–
casi nunca sabe
cómo debería empezar algo
                                            para los demás.

Cuan triste madrugada, oh hijos
de la grandísima puta
con gatos y muelles y todo eso

                                                 aún sabiendo que
así NO, desde luego:
poco queda
                  más allá de la simplicidad natural del día.

Mas se insiste y
no sé muy bien por qué
                                     las palabras parecen de pronto
algo más
              entre ellas y entre ellas y quien las escribe
no importa demasiado así las cosas porque
se sabe que no
se supo
           cómo empezar
dejando huecas las muelas de un sorbo al vacío
por lo que mascar –primordial en cualquier acción de este tipo–
se convierte en pantomima de viejo chocho
                                                                    desconchándose
la baba
           en toda regla
una sarta de grandezas de cara a la pared
e igualmente solo
                            (más crudo:
                                              abandonado)
entregado a la naturaleza
subsidiaria
del apaño en entretiempos
                                         perdiéndose
bajo la herrumbre fláccida
                                         del muy ridículo ademán:
mañana será –digámoslo así–
                                                y una vez más
                                                para variar no solo no se pudo
ahí con
           los nudos, el discurso deshuesado a bote pronto;

su follaje de cosa barata y contrapelo a regañadientes
(es) una alimaña recién cocida
que –así va, justo lo que digo–
                                                aún después de todo el hambre
                                                nunca nadie quiere comerse.


––––––––––––––––––––––––––––––––––––


lunes, 3 de noviembre de 2014

KOMMINTERN DE VIENBENIDAH




Acrílico, plástica y cera sobre madera. 120x140 cm. 2014.


martes, 28 de octubre de 2014

PRESENTACIÓN EN BCN DE "LAS NORMAS DEL VERTEDERO"



Aún cuando los libros, en este mismo momento, aún deben estar cociéndose en imprenta: ahora, un momento tan bueno –o malo– como cualquier otro, puedo permitirme axiomatizar la flamante presentación en BCN (la primera de todas) de mi nuevo poemario ilustrado Las Normas del Vertedero, publicado con enfermiza exquisitez por Editorial Esto No es Berlin. Será en la Llibreria Calders, a las 20h del 7 de noviembre.

Desde aquí, mil doscientas cincuenta gracias a Jaime y a Karen por haberme ayudado –tanto y tan bien– a culminar la cristalización de este nuevo artefacto, un new born bastard que añadir a mi lista de afrentas contra mí mismo y contra el mundo en general. 

Para la puesta en escena, un plantel etílico de lujo. Más info en el flyer, as usual

Y van cinco. 


lunes, 20 de octubre de 2014

MAMADA DECONSTRUIDA


He aquí la foto de una suculenta mamada californiana reducida a una milésima de su tamaño real (véase pantalla de usuario estándar) y vuelta a recomponer en su tamaño original, en ocho sencillos pasos dobles, cada uno de ellos consistentente en aumentar la foto x3 y reducirla x2. Ello, por supuesto, después del extremo puteo de píxeles inicial (muy cachondón, todo sea dicho).

Habiéndose completado el octavo ciclo, obtenemos una MIERDA MUY GORDA E IMPRECISA que, según cómo, intentaré vender bajo el epíteto de "arte feminista", usando para ello un pseudónimo tipo Elsa Shusterrung-Mueblebahr.

También barajo la posibilidad de presentarme como una pareja, un binomio artístico con la sacrosanta dualidad creativo-sexual: una mesita de noche con peluca llamada Chantelle, codo-con-codo-creativo junto a 150 enanos fallecidos hace más de 80 años y at-tha-same-time actuales parejas sentimentales de Ishavel Koxet
La puesta en escena, el día del vernissage, podría ser la repanocha

¿Qué? QUÉ. ¿EH?
Estoy dispuesto a ganar dinero. Como sea. 

No os atreváis a juzgarme, hijos de puta. Cuidadito conmigo, porque como se me tuerza la jiba me hago fotógrafo gay afín al trans y entonces sí que vais a llorar.  Joder, si vais a llorar.  



jueves, 16 de octubre de 2014

domingo, 28 de septiembre de 2014

YA LLEGAN LAS NORMAS DEL VERTEDERO



Confirmado, corregido y en vías de publicación mi nuevo poemario, "Las Normas del Verterdero", de próxima aparición a mano de la Editorial Esto No es Berlin.

De momento, teaser de la portada.
Pronto, el resto.

viernes, 12 de septiembre de 2014

HELLRAISER SELFIE



Máscara rumana de carnaval.


lunes, 1 de septiembre de 2014

EL CIRCO DE OTELO


Acrílico y plástica sobre madera. 80x105cm. Agosto 2014.


"¡Que podamos llamarnos dueños de estas mimadas criaturas, y no de sus apetitos! Mejor quisiera ser un sapo y vivir de la humedad de un calabozo que guardar para usos ajenos un rincón de aquello que amo." 

Otelo, Acto III, escena 3ª.

"¿Como están ustedeeeeeeeeees?!"
  Los Payasos de la Tele


miércoles, 27 de agosto de 2014

VIVIENDO EN UNA FERIA DE ABRIL PERMANENTE


"SIN TÍTULO (MANO)". Acrílico y betún de judea sobre lienzo. 27x34 cm. Agosto 2014.

––––––––––––––––––––––––

Estaba yo pensando en purgatorios excelsior –tanto para bien como para mal, siempre dentro de las acotaciones propias de ser purgatiorio–, y de repente me ha venido a la mente un flash, algo que debí ver por televisión o en un periódico. No lo sé, está todo congelado en mi cabeza. De todas formas: LA FERIA DE ABRIL. De súbito, he caído en la cuenta. "Joder, es perfecto", dicho para mis adentros: flamenquito, apología bárbara de gomina y polo rosa, más flamenquito, gente –todos– gritando –mucho–, travestis a caballo armados con lanzas, aún más flamenquito, violación sistemática de cualquier procedimiento agradable y productivo, cabezas de toro disecadas, acentos ininteligibles a cosa hecha... Y rebujitos. 

Sísifo. 

Beber para soportar, soportar para poder beber más. Y cuando crees que has llegado a alguna parte donde el oxígeno vuelve a ser gratis... Eso. Pedrusco por bulerías.
 



martes, 26 de agosto de 2014

RECUERDO DE LA PRIMERA CITA aka IN THE MOSH FOR LOVE


Acrílico y plástica sobre lienzo resobao. 65x85cm. Agosto 2014.

Especial dedicación a todos aquellos que sienten la vieja carne como si siempre fuera nuevecita, recién salida del criadero.