martes, 29 de mayo de 2012

HAMMER FLOW

ABRAXAS LE COCQ 



HAMMER MUMMY

 

THE MASK OF THE PURPLE DEATH  




Vincent Price. Peter Cushing. Herbert Lom. Christopher Lee. Terence Fisher. Freddie Francis. Roy Ward Baker. Val Guest. Oliver Reed (a veces). John Gilling. Y todos esos secundarios sin nombre, tan dorados e involuntariamente recordables. Adaptaciones libres de todo terror literario, imaginado, infaliblemente gótico y en Pathécolor: el único terror que acepto sin muesca. Vertebradores de mi ocio infantil, juvenil y presuntamente adulto. Hacedores involuntarios de mis pesadillas más amables, diría incluso escapistas; allá donde logro refugiarme de los sueños de los otros. 

Gracias.

PD: Por cierto y todo sea dicho. Las nuevas producciones de la Hammer (innecesariamente resucitada por vete tú a saber qué oscuro motivo) son, y lo digo sin atisbo de duda, una SOBERANA MIERDA. Bodios infumafles como "The woman in black" son ofensas del todo evitables que, dado que sus responsables no lo pensaron antes, harías bien en ignorar. 






viernes, 18 de mayo de 2012

jueves, 17 de mayo de 2012

ZIBALDONE RADIO EXPERIENCE...


...o la experiencia de una radio libre cuando "libre" es, a día de hoy, un término ajado,  peor que vacío. De significado en desuso y significante-carcasa,  un bizantinismo francamente INSULTANTE.

A parte del concierto, ahí estaremos representando en la mesa redonda. A ver qué podemos hacer.

Hosted by mi amigo Steven Fifty.

martes, 15 de mayo de 2012

DIE PERFEKTE AUSBILDUNG



Dado que mis papás ni tienen un negocio próspero en el cual poder enchufarme, ni una editorial, ni profesiones liberales que les hayan dado sendos ahorros que pueda yo pulirme alegremente, ni  ni una herencia preparada a mi nombre, así como tampoco hay ningún mecenas forrado de pasta y enamorado de mi obra, hay veces que uno tiene que trabajar para ganarse la vida.

La mayoría de esas veces el trabajo es tedioso, frustrante, absolutamente falto de todo interés. Incluso humillante. Pero otras -evidentemente las menos, y mucho más hoy en día- te pagan (más o menos bien) por algo con lo que disfrutas, te diviertes y -en cierta manera- te realizas como profesional.

Evidentemente, no es un trabajo para España.

Realizado junto a Fritz Gnad (concepto y animación).

lunes, 14 de mayo de 2012

GANZ o EL SÍNTOMA ACTUAL



GANZ. 
Ganz = todo lo que queda de El alma de la fiesta.

Lo han roto todo. Y si bien es absurdo decir que ya habían ganado porque era ésa la naturaleza de su papel en el juego, lo cierto es que se han marcado ciertas cotas de sadismo que sorprenden incluso a aquel que, hace tiempo ya, tuvo el buen gusto y la prudencia de perder por completo la esperanza.

Todo es túnel.

Ganz somos todos. No hace falta asumirlo: Ganz es un axioma. La cual cosa no deja de tener su punto civilizado. 


Ganz somos todos. Todos somos los muertos. Somos todos los muertos. HAIL GANZ.


domingo, 13 de mayo de 2012

VUELTA A LA BLANCA PIEL (micromelodrama aristocrático en dos partes más bien escuetas)



(Uno de dos)

Frase del mayordomo: "ha vaciado usted, supongo; de su agrado y vuelva pronto (a usted). Gracias, supongo".

Justo así. Un eco malévolo y henchido de intenciones al margen de su salud. Las palabras, incluso el tono. Daba de sí la cosa como para encajarla con holgura en el puzzle mental que llevaba labrando parsimoniosamente desde que salió del internado. El mayor de sus triunfos hasta entonces: antes, lo más sólido que había podido agrupar en sí -y eso con más esfuerzo del que se remunera con las más esmeradas caricias de cualquier amor propio- fueron nebulosas, taciturnas combinaciones de argumentos, arbitrariedad al margen de la gravedad; señales desatendidas y dramas desapasionados entre pijamas de uniforme y regueros de babas.

"Ha vaciado usted", ergo se entiende que uno sube escalafones después de tanto insulto sustentado en el tuteo.
"De su agrado" es mucho más de lo que se tuvo en cuenta si se piensa todo aquello que uno es capaz de recordar.
Y por último, las lágrimas casi colonizan su pose al metabolizar todo lo intrínseco contenido en ese "supongo".

Suponer, eso era lo que venía buscando. Que supusieran sin más. No más sentencias ni axiomas a partir de entonces. Empezando a volver.
Había, pues, una respuesta que dar. Una vuelta más, como mínimo. La leyenda sobre la materia y la materia sobre la leyenda.

La gran virtud de las suposiciones es que siempre queda algo para luego. Como pasa habitualmente en las grandes comilonas de familia.


(Dos de dos)


La noche [se] cae y la mañana va tras el lechero, chillona como el perro de una solterona. La tarde viene sola, resoplando; las mejillas cubiertas de albero y huevos de sarna. Lejana y cubierta de pueblo, pero cuan más oscura más se purga y en lo alto se reconcilia.
El internado queda lejos como una serie de televisión que le cuentan mientras -riguroso- no escucha.

El mayordomo vuelve.
El mayordomo, una vez de nuevo ante él, supone otra vez y ni rastro del porque todo él vive en contrapicado: para algo se le paga.
Entonces pasa que empieza y sigue. Recuerda poco pero bien -o casi- como si meando, peso limpio de chorro rajado y perfumado de excesos: todo es de nuevo lo que de nuevo para él nunca fue. Poco muchas veces es mucho: así es como va recuperando lo esencial a traves de sus muchos poco-a-pocos.

Aquello que se considera esencial viene determinado por el criterio que lo cabalga.
Sucede: el pelo se le ondula y en él el blanco vuelve. Con él todos de nuevo a sus puertas, de nuevo lo que sí fue pero hasta ahora no.

"Ha vaciado usted, supongo"
. El mayordomo chasquea los dedos y dos orates retiran a la joven, cada uno arrastrando de una pierna. De su rastro de flujos oscuros sobre la cera del piso nacen las estrellas que habrán de jalar la jornada con elegancia digna de su posición, mientras fuera [ante nuestros retrasados ojos, a eones de distancia] se vulgariza el brillo de su simétrica luz muerta. Así dentro y fuera, así para historiadores y para lunáticos irreductibles. Así para sirvientes, mártires y muebles de noble apellido. Así todos, hijos legítimos o no de un pueblo tan variopinto como la faz de dios.


jueves, 10 de mayo de 2012

LA PRIMERA VEZ QUE VIO DESNUDO A SU PADRASTRO


Y es que siempre es un momento especial cuando la magia hace su trabajo.
Todo queda en casa.

Técnica mixta y collage, 40x60 cm.


(FACE)SHIT HAPPENS...



...Y decir que fue "por la cara" resultaría reiterativo. Al tiempo que un chascarrillo muy mongólico. Así que no lo voy a decir. Solo lo apunto en calidad de what if. 

Esto me lo encontré paseando por Vallcarca (ducado okupa del reino de Gràcia de veleidades independenciantes). Unos cuatro o cinco minutos mirando esto fijamente, como un imbécil, viendo en ello caras y caras y caras. 

Ver una es de un nivel básico sin mérito alguno.
Ver dos es un advanced más que respetable.
Ver tres o más caras es un asunto diagnosticable por un psiquiatra de la SS.

Yo he visto cuatro.

Pero no se lo diré a nadie porque el internamiento y la reclusión son carreras con pocas salidas.

En otro odren de cosas y viendo cómo está funcionando éste nuestro mundo, al final va a resultar que al final lo único gratis va a ser el vandalismo
De lo cual tomo buena nota.



martes, 8 de mayo de 2012

VICTOR NUBLA EN EAT MEAT


Nos complace invitaros a una exposición inusual respecto a los contenidos que hemos ido mostrando estos dos últimos años y a cargo de un artista que no trabaja en campos meramente plásticos: Víctor Nubla y su instalación mágico-sonora: “Cinco acciones encaminadas a la difuminación del contorno”.

Esta instalación consiste en diversos objetos dispuestos de diferentes maneras. Unos delimitan un recorrido y otros se encuentran en él. La mayoría de ellos son sólidos aunque otros no. Esta instalación no propone ninguna reflexión ni es la metáfora de nada, muestra directamente los objetos en cuestión con la esperanza de que sean considerados como tales y no aspira a nada más. Aunque si nos dejamos de reflexiones y metáforas tampoco nos vamos a encontrar con la esencia pura de lo humano sino más bien con una forma elevada de sofisticación animal. ¿Qué hacer en estos casos?

Inauguración Sábado 12 de Mayo a partir de las 19:00 h

Durante la exposición de Víctor Nubla también tendremos:
- Lectura del libro de Víctor Nubla ‘Cómo caza un dromedario’, de Blackie Books: 26 de mayo
- Presentación Disco Macromassa (grupo legendario formado por Juan Crek y Víctor Nubla) ‘La ligereza de las montañas’: 2 de junio

domingo, 6 de mayo de 2012

MCA RIP



QUE SE LLEVEN A JUSTIN BIEBER Y QUE NOS DEVUELVAN A MCA.


jueves, 3 de mayo de 2012

DE CÓMO ACABÉ EN LA CÁRCEL ENAMORÁNDOME LOCAMENTE DE UN GORDO DEMENTE


Todo el mundo tiene un sueño.
Dicen que lo primero es escoger tu estrella.
Miras al cielo durante una noche despejada y buscas. El amor te guiará, dicen, y creo que eso es algo muy cierto. No se puede vivir con la sensación de que no amarás. Pasa que a la mayoría nos cuesta encontrarlo. Pero ese amor, el tuyo, es como los ojos de un pequeño colibrí.
Hay animales que se comen a los colibríes, porque su condición de depredadores naturales los exculpa y los protege. Por eso se los comen. Se los comen absolutamente a gusto, sin toser ni arrugarse. Todo el mundo tiene un sueño, y ese sueño es el amor, porque en este maravilloso mundo a veces es fácil desanimarse. Pero no es esa la respuesta de un corazón valiente. Los corazones valientes siguen adelante, con paso firme.

Esta es mi historia. Y vosotros, mis amigos, sois los testigos de mi triunfo.

Las palizas, a pesar de gozar de buena salud y multitud de manos firmes dispuestas a darme lo mío, dejaron de ser suficientes cuando, tras una sesión un tanto excedida, me dejaron en coma durante nueve o diez días. Luego ya no quisieron seguir, porque decían que había hombres que les hacían preguntas al respecto y que querían hacerles daño. Yo les animaba, provocaba su ira como siempre, esperaba que fueran capaces de perder los nervios como antes y que empezaran por cogerme del pelo. "Eh", les decía. "Soy yo, ¿vale? Y nada de lo que digan esos señores tiene que afectar a nuestra sana relación". Mi "relación" con la gente era lo único que lograba abstraerme de mi cruel y tediosa mundanalidad. Somos un mundo, un mundo maravilloso lleno de gente. Todos juntos, si nos cogemos de las manos y pensamos al unísono en lo mismo, haremos cosas estupendas.

Me gusta coger a la gente de la mano.
Me gusta que me cojan. En general.
Pero después del coma nadie quería cogerme. Yo estaba muy triste y pensaba "vaya, nadie quiere cogerme violentamente y humillarme hasta decir basta". Recordaba -no sin humedecer mis ojos de tristeza y añoranza- cuando la gente traicionaba constante y sistemáticamente la confianza que yo (relamiéndome) siempre les otorgaba sin ambages.

Quiero mucho a la gente. La gente fue buena conmigo durante un tiempo. Hicieron todo lo deseable: destrozaron mi casa, golpearon a mi mujer delante mío, me humillaron en público, ajaron todo rastro de dignidad que pudiera yo albergar en algún escondite de mi ridícula alma. La encontraron y se mearon encima. Se mearon encima de mi mujer. De mi padre. Mataron a mi padre de mil formas indirectas. Y a mi madre, a mi madre le dieron lo suyo. Una buena, ya lo creo: me miraban y decían "eh, estamos jodiéndote a base de bien". Yo, agradecido como estaba de su dadivosidad, me mostraba aún más solicito y entonces jugábamos a El despistado. El despistado es un juego la hostia de divertido que consiste en hacerte el despistado mientras a tus espaldas se urden los más siniestros planes para hacer de tu existencia un pozo de desesperación y pura crisis nerviosa. A veces, cuando había suerte, alguien me obligaba a autolesionarme. "Te lo mereces", me decían. Yo, henchido de júbilo, no era capaz de agradecer lo suficiente sus esfuerzos. Y esto era, básicamente, porque normalmente tenía la boca ocupada por la mordaza -física o metafórica- que me hacía callar como una cerdita tontorrona y abnegada.

Callar al estilo de las cerditas tontorronas y abnegadas es algo que siempre he querido compartir con aquellos que más quiero, de forma bidireccional y alternada. Pero siempre me ha resultado complicado, porque en el momento en el cual me tocaba doblegar la voluntad de la otra persona como echando vinagre sobre una lombriz, en realidad no me sentía del todo bien. Y no es que esté mal hacer todo el daño posible a los demás, ni mucho menos: no hay mejor sedimento en la memoria de uno mismo que el dolor producido a los demás a través de la propia frustración e incapacidad para entender ni un poco las cosas. No, no se trataba de eso, pues siempre he apreciado sobremanera ver a la gente enloquecer de frustración, consumidas por la derrota y el sinsentido de la agresión gratuita y arbitraria. Era, básicamente, un deseo egoísta de ser yo quién disfrutara de toda esa demencia. El fruto abyecto de la conciencia crea adicción, ya lo creo. Sentirse víctima; una víctima cagona, llorona, fuera de lugar, mentirosa y de pezuñas sucias y desagradables al tacto y al olfato. Ser obligado, sometido, intentando inútilmente justificarte como lo haría una putita iletrada y desobediente que no ha hecho los deberes, señor.

Todo fue maravillosamente mientras mi cuerpo aguantó los envistes y las violaciones sistemáticas a mi dignidad. Guardo excelentes recuerdos que incluso han llegado a excitarme sexualmente. A veces, cuando me desbordo, me convierto en una gorda y sudorosa cagada, lista para ser pisada. Entonces mi sexo -descomunal, retorcido en sí mismo, nido de hermosos quistes e infecciones "de coleccionista"- se prepara para ser meneado. Ahora, que de nuevo he encontrado la felicidad, tengo una relación envidiable con mi gangrena espiritual y con el feísmo implícito hasta en el más insignificante de mis gestos. El fracaso total de un organismo multicelular que ha conseguido "ir más allá": buscar su camino, por así decirlo. Como un pony chiquitín, el arcoiris entre las piernas de un juguete humano de Casco Azul. Pony chiquitín (chiquitín) por el prado del planeta Cáncer de Sida (y) suma y sigue. Negros con cadenas. Asado de recién nacido. La presunta poesía experiencial de una pija de mierda recolocándose el fular mientras alguien aprieta el consabido botón rojo de Ahora-sí-que-estamos-jodidos. 

Creía yo que nunca volvería a encontrar la felicidad. Una vez recuperado del coma en el que me sumieron los continuos golpes que yo no paraba de suplicar, parecía que ya nada volvería a ser lo mismo. Los derechos humanos, la lógica de la piedad, el sentido común y otro montón de cosas igualmente deleznables oscurecían con sus nubes negras las montañitas nevadas de los unicornios y la tumba pisoteada de las madres justas y los aromas arios y puros. Ya nadie quería, o eso me parecía a mí, joderme la vida hasta la extenuación. Por mucho que rogara, no hallé quien rebajara hasta lo irrecuperable mi ya de por sí dudosa condición de ser humano. Mi mejilla, ansiosa por ser rajada sin motivo alguno por zíngara navaja, se ulceró de pena. De pena y también porque no paraba de pellizcármela, aplicándole esmeradamente correctivos, alimentando como podía una humilde aunque sincera infección. Eso fue lo único que logró sostener mi ánimo. A veces provocaba a personas que no me conocían, esperando que volcaran sobre mí toda su fatal furia, pero lo único que conseguí fueron limosnas. Un par de cigarrillos en el cuello, media violación (dispersa y desapasionada, todo sea dicho), insultos estándar y unas patadas en la espalda. Eso fue todo. ¿Era pues mi vida un salvoconducto al fracaso emocional? ¿Dónde estaba la disciplina militar, el sadismo impúdico, las ganas de hacer mal al prójimo sin motivo aparente? El mundo parecía haberse muerto. Gritaba yo "putas" y "dadme fuerte o voy a conquistar por la fuerza el culo de vuestros pequeñines". Nada. Una barrera invisible de insufrible respeto y pacto de no-agresión amargó mi existencia hasta casi disolverla. Necesitaba marcha, un poco de tú-ya-sabes. Que me hicieran sentir mierda de perro, como siempre había sido. Como pus grumosa. Maldita sea, ansiaba beber meado ajeno como agua de mayo. Que me midieran el lomo como a una pieza de ganado, fuerte y con pulsión matarife, sin miramientos ni homosexualidades innecesarias. Como debe ser: a por todas, estilo aviador.

Pasó algún tiempo hasta que hallé la solución. Y, amigos míos, os confieso que me mofé bastante de mí mismo por no haberlo visto antes. "Pobre imbécil", me dije. Me lo dije unas cincuenta veces. Al final me grité.

Me encontraba yo envenenando a unos patitos en un parque cercano a mi casa cuando vi cómo se abrían ante mí las puertas de Babilonia de mano de la mismísmima Puta Local Residente. Otra vez la visión, casi tu madre in flames. Como antes. El brillante dolor de la humillación inmerecida, de la agresión por parte de pobres imbéciles que solo podían encontrar placer en el dolor de los demás. De repente, como el ojal de un mandril de 20 metros, se abrió ante mí dicho pasaje como las páginas de un libro sacro. Diáfano, evidente, supremo e infalible.

Me uní a la manifestación.

En cierta manera como estar en casa. Un montón de imbéciles gritando cosas, negando estrepitosos en su soberbia que eran sus imbéciles madres las que lavaban su ropa interior y pagaban la conexión a internet mediante la que conspiraban, o creían que conspiraban, plenamente imbuidos en su fantasía heroica de tilde oligofrénica. Me enamoré al instante: bocas fangosas, rayanas en una obtusa grosería más allá de cualquier lógica justificable, hablando a bocanadas -mas sin saber- de cómo su autoengaño había llegado a colonizar por completo su cancerosa y paupérrima noción de la realidad. Era exquisito, obsceno, pornográfico. Autoproclamados siempre bajo error, cimientos de un futuro embalsamado de excremento de paloma; tratándome con cuidado, haciéndome uno de los suyos sin peaje alguno ni prueba de fe que cerciorara ni lo elemental para el caso. Un lugar perfecto -véase- para obtener un linchamiento en condiciones.
Empecé a salivar, incluso tuve que masajearme un poco los huevos. Estaban tersos como dos rocas californianas, listos para entrar en combate. Al mismo tiempo -como una promesa de felicidad espartana- una conga de policías uniformados dejaban escapar, como el polen de la más bella flor, emanaciones hormonales capaces de tumbar a un toro de lidia. Armados, drogados, motivadísimos, listos para hacer daño a tope. El paraíso.

Todo pasó muy rápido. La agresión sexual, de cómo me acusaron de varias cosas, todos: ellos y también los del otro lado. Los golpes, los empujones, el gas, mi imparable erección hacia las estrellas donde viven los unicornios y los marineros turcos. Fue sencillísimo. Tanto que me costó creer que yo, irreductible espeleólogo de la miseria, no hubiera dado con tan flagrante mina virgen y despatarrada de par en par. Cada vez que lo recuerdo, pienso para mis adentros "muchacho, ése era el as que escondieron en tu manga mientras electrocutaban a tu perrito". Mecachis el no haberlo visto antes.

Me acerqué y debo decir que, básicamente por su aroma, al principio tuve dudas. Pachuli y jabón de Marsella. Su aparencia era detestable, francamente muy odiable. No tanto como yo, claro. Pero reconozco que aquella criatura era una mierda muy, muy gorda. Algo me guió a ella. Gritaba mucho aquella hija de diez mil leches; al parecer quería la independencia de no sé qué lugar -creo que es una zona que no sale en los mapas de carreteras-. Llevaba una bandera con un estampado de calzoncillo antiguo. Pronto me percaté de que tenía amigos, seguidores que secundaban su discurso, al tiempo que también blandían calzoncillos con el mismo estampado de rayas. Entre ellos detecté dos muchachos guapísimos, de bíceps gladiadores, con los que sin duda podían desfigurarme la cara sin problemas y a la primerita de cambio. "Vive dios que me voy a beber el sudor de sus nudillos", me dije. Así que acércome a la cerda de la bandera-calzoncillo. Cerca, muy cerca. Joder, cómo olía. Menudo drama. Más cerca aún. Totalmente cerca: casi que yo era ella. Como su pelo, más incluso que su ropa. Así de cerca. Más.

Claro que me notó, pero le costó reaccionar. Me atemoricé un poco cuando calibré la posibilidad de que a aquel saco de carne y pelamen no le incomodara la evidente transgresión a su espacio vital que yo tan esmeradamente estaba llevando a cabo. Me dejaba notar, pero parecía que a aquella cochina le estaba pareciendo -como poco- estupendo.
Afortunadamente, pronto se cambiaron las tornas. "Ah", dijo, como quien acaba de pincharse con una jeringuilla en un descampado. "Ah", y después "baboso" y "Socorro socorro". "Ahora, bonita", me dije. Ahora estás en el tono. Seguí y me puse muy violento con ella. Le lamí la cara, le dije que era una buscona y le obligué a tocarme ahí. No me gustó: antes ya comenté que no es papel que más me agrada desempeñar. Pero, en fin: grandes gestas merecen grandes esfuerzos. Así fue como los dos gladiadores de peinados terroristas me instaron a parar -cosa que, por supuesto, no hice- hasta que empezaron los empujones. Casi. Un poco más. Solo tuve que intentar apuñalar a uno con un bolígrafo -que siempre llevo encima, no vaya a se que se tercie escribirme la palabra "barata" en la frente- para que la situación adquiriera la solera requerida.
Por fin, amigos míos: de nuevo unicornios, arcoiris, sangre de colorines, brillo acuoso en mis pupilas dilatándose más y más tras cada impacto. Puñetazos, insultos, soberbios empujones romanos: me escupieron a conciencia. Alguien me retorció el brazo. Mis huevos ardían de alegría ultrafeliz.   

Y luego, la policía. Me estaban dando por todos lados, como en la vida misma. Serenidad, eso es: serenidad y sentirse arropado por el manto espinoso de la larga noche neoliberal. Se me turnaban, mientras yo me decía "estoy en una feria" y "esto es verdaderamente maravilloso, súper, de fábula". También no paraba de repetirles "caliente, caliente" mientras dibujaba, con mis labios ensangrentados, lindos mosaicos novecentistas sobre las prietas perneras de sus pantalones. Incluso recuerdo momentos en los que no sabía a quién prefería, si a todos aquellos subproductos de lecturas universitarias superficiales y sin duda malentendidas o a los bravíssimos uniformados. Todo apestaba a sudor occidental y a lobotomía. Sopena del pachuli.

A todas luces, alguien con uniforme es

1. Más elegante
2. Más alto
3. Seguramente más propenso a perder los estribos (altamente recomendable)
4. Menos oscuro de piel (por lo que ratifico que su aroma íntimo es consecuentemente menos fuerte)
5. Con órganos genitales más irregulares (y, por tanto, sorprendentes y listos para descorchar champaña sin manos)

Así las cositas -en secreto pues mi amor es universal de cara a la galería- aprecié más la porra y la culata que los calcetines rellenos con bolas de billar.

Resistencia a la autoridad, agresión, apología del terrorismo independentista, reunión ilícita, intento de violación, intento de secuestro, intento de homicidio con "arma blanca".
Perfecto. Y todo tan solo en una mañana.
Y llevar la picha fuera: pero de eso siempre se olvidan. Como si no fuera lo suficientemente meritorio para tenerlo en cuenta. Al final uno piensa que esas cosas son producto de la mala fe.

Una vez cerrado el círculo, ahora debéis dirigir vuestra vista hacia el lugar más oscuro de la celda.
Sí.
Eso. Eso es amor.
Y lo mejor es que, al parecer, me odia.



PD:Juro por dios santísimo que cuando se me tira encima y me corta la respiración con su sobrepeso en caída libre me siento como la más afortunada de las mujeres. Díselo a tu madre: que se muerda ahí el labio de la envidia.

FACESKIN (NOSEBLEED)


 Pieza cedida (sin concesiones, y tan a gusto) a la EXPO-SUBASTA PROPRESXS, organizada por el Ateneu Llibertari del Palomar (St. Andreu, BCN). 

Este próximo 5 de mayo se inaugurará una exposición en el último bastión anrquista de mi barrio, Sant Andreu. El objetivo de la muestra es generar una subasta silenciosa respecto a las más de 15 obras expuestas: todos los beneficios irán destinados a financiar la lucha contra el mecanismo punitivo más potente y afianzado de nuestra sociedad, la prisión.
Organismo que de sobras ha demostrado ser parcial, ineficiente, sádico y partidista. Una maquinaria servil y automatizada que es capaz de encarcelar durante más de 30 años a alguien que robó para comer y deja libre a GENTUZA como Felix Millet y tantos otros criminales. Que obvia miserablemente la estafa gubernamental, el abuso nobiliario y el terrorismo de estado. Que se encarga de administrar privilegios en función de la condición social del reo y que alimenta las fantasías sádicas de unos cuantos funcionarios con serios problemas eréctiles.

Hoy no hay lugar para la broma, el sarcasmo o la ironía. 
Hoy no. 

ATENEU LLIBERTARI DEL PALOMAR, C/ Coroleu 82. Fabra i Puig L1. Vermut a partir de las 12 h.