miércoles, 25 de junio de 2014

BEYOND DOPPELGÄNGSTA (II): PERO, AL FINAL... ¿QUÉ ES LO MÁS TRISTE DE TODO? (Tercera Parte)

"CONWERSACIÓN". Collage y mixta sobre papel. 70x50 cm.

(Viene del post anterior)

 3. RIOT CONTRA RIOT. 

¿Alguna vez os ha pasado que, tras una excesiva pasión o por sobreexposición a la luz cegadora del super-sentimiento creativo, acabáis en el sofá de vuestra casa únicamente ataviados con un batín y unos calcetines de tenis ennegrecidos por el sudor? Me refiero a un batín corto, modelo inglés-de-estar-por-casa, que de alguna forma permite que tu palito y tus dos canicas puedan tomar el sol. ¿Os suena? Seguro que sí. 
      El dolor de cabeza es soberbio. Se te mueven los dientes; a veces se te cae uno y, cuando te agachas a recogerlo, un pinchazo en el pecho te hace toser como si dentro tuvieras un mandril agitando dos maracas entre pulmón y pulmón. Eh, y os diré más: ¿a quien no le ha pasado que, tras una larga jornada de sublimación artística, te miras al espejo y descubres un bultito nuevo entre el cuello y la base de la mandíbula? ¿Será un ganglio inflmado, o quizás un quiste? Luego pruebas a echarte una meadita, pero no hay manera. Te arde la vejiga, parece que vas a soltar el mismísimo Diluvio-Madafakin'-Universal… pero de allí no sale nada. Al final, cuando consigues invocar al chorrito a base de dolor y mucho empujar, apenas logras un borbotoncito de niño pequeño, cuatro gotas peladas, pero espesas como si fueran aceite de colza. Vuelves al comedor con tu batín y tus calcetines –que, por cierto, se te han pegado a la piel y lo más seguro que no planeen nada bueno–. Tras rondar en círculo sin demasiado objetivo, te diriges a la cocina como guiado por una fuerza invisible: abres la nevera y ahí está tu dignidad, dentro de un hediondo tapper, clamando por una muerte rápida e indolora. Buena idea. Pero antes –cómo no– una cervecita bien fría para abrir el apetito. Lager es el camino.

Esto le puede pasar a cualquiera. A mí me pasa, casualmente, los días en los que me dedico a CREAR. Caprichos de la providencia, vete tú a saber.   

Lo que quiero decir con esto es que, mientras duró el Toma-y-Daca creativo de mi última gran exposición, tuve que escoger entre MI obra y el resto de MI vida. Porque, una vez has lanzado la moneda al aire y has apurado tu cartón de Cumbre de Gredos hasta la última gota, es un “o lo tomas o lo dejas”.

Si me lo permitís, a partir de este punto empezaré a hablar de mí mismo en tercera persona. Creo que todo irá mejor y yo me sentiré más cómodo y protegido. Dicho esto, Riot continúa: Riot es amante esposo, de buen comer, el típico español que se viste por los pies. Le gusta reposar con una copita y un puro, jugar al remigio y devolver los palillos al palillero cuando ha acabado de urgarse las sobras entre los dientes. Nunca le niega una sonrisa a un niño, pues su sótano es amplio y con buena ventilación. Riot es humano, su corazón late como el de cualquier otro. ¿Acaso Riot no siente dolor si le presionan los genitales con unas tenazas? Si se le rocía con gasolina, se le prende fuego y luego se le arroja por una pendiente, lo más probable es que Riot pase una mala noche: como uno más, ni más ni menos. Como tú. Riot es hijo de la tierra, y su carne no es ni más ni menos comestible que la cualquier otro blanco caucásico pasadito de peso y bien entrado en la treintena.

A su vez, Riot también es un creador indomable, un poeta salvaje al que no se le caen los anillos por frecuentar los más variopintos grupos de autoayuda. Conocido en todos los comedores sociales de Alicante y las mejores narcosalas de toda Europa, donde ha expuesto sus obras y ha compartido generosamente sus jeringuillas a cambio de dinero o favores sexuales. Consciente de lo MUY NECESARIAS que resultan sus pajas mentales, no es de los que dan la espalda al margen de si lleva o no pantalones. De la misma forma que sus contemporáneos (todos, SIN EXCEPCIÓN), tiene clarísimo que SER ARTISTA ES ALGO MARAVILLOSO, una circunstancia de putísima madre; pero sobre y ante todo, ser ARTISTA –en pleno siglo XXI– es algo NECESARIO DE LA HOSTIA. Las manifestaciones creativas de Riot Über Alles (que van desde la pintura semi-experimental a perseguir a la gente por la calle ataviado con una chupa tres cuartos y un cutter, pasando por la experimentación sonora –entre cuyas obras destaca su famosa serie de amenazas telefónicas en hebreo y filtradas por vocoder–) han sabido volver solas a casa cuando se les ha abandonado en la puerta de un convento o simplemente en mitad de la autopista. Firme en sus creencias espirituales y políticas, ha conseguido reflejar de forma excepcional sus inquietudes sociales en una larga saga de tardes muertas, en las Riot perdió magistralmente su tiempo mirando al techo y rascándose la huevada a dos manos.

El dilema está servido. ¿Riot patriarca o Riot artista? Nos hallamos ante el clásico dilema clásico, una elección contra la espada y la pared donde uno ha de perder algo más que los dientes.

Riot escogió. Se decidió por el camino del arte. Pero bueno, eso creo que ya lo sabéis.

Mientras durara la concepción de su obra, escogió dejar atras su vida personal: puso mirando para Cuenca a TODO aquello que –por entonces– configuraba su microuniverso patriarcal de carajillo y papada, incluyendo los tres enanos búlgaros que correteaban por su casa vestidos de formas divertidas y extravagantes o, sin ir más lejos, ese ambiente sumamente sórdido y enrarecido que tanto trabajo le había costado crear en ciertas partes de su casa. Parásitos y múltiples focos de infección bacteriana que confiaron en su buen hacer, en su constancia, en que el manantial del que bebían a diario nunca se secara con su ausencia. Gente desconocida y de actitudes insalubres, cuando no peligrosas, que esperaban impacientes a que Riot pasara por la puerta para de inmediato poner en funcionamiento sus respectivas erosiones. 

TODO quedó relegado a sus espaldas, miles de cosas maravillosas, pequeñas pero infinitamente valiosas, llenaban la zanja de ilusión y dulce miedo a las represalias. TODO, pero sobre todo su santa mujer, bendita donde las haya, que tanta paciencia había demostrado en incontables ocasiones y que nunca frunció el entrecejo por cuidar del Gran Hombre durante sus momentos más vulnerables. Ese Riot hogareño de mecedora y sonda tuvo que diluirse en el Limbo a base de Macumbas porque su otro YO (ÉL, quiero decir), ese Riot que todos conocemos y admiramos por su gran capacidad de crear Arte Eshtupendo, no quiso abandonarnos.

Cuenta la leyenda que, recién tomada la decisión, Riot artista salió corriendo de su casa bañado en lágrimas. Agarrándose la falda del vestido 'palabra de honor' para no pisársela con el trasiego de los tacones, con sus recién moldeados tirabuzones teutones agitándose con cada trote; dorados muellecitos de pelambrera lamentándose en un crujido seco, sordo, mismamente como crujirían los del somier de una prostituta polaca en período de entreguerras.

Se dirigió a su taller, su refugio natural, en busca de algo que lograra apaciguar su desasosiego. Un buen atracón de white mandanga, litrito de refrescante Lager directo al bajante y darle lumbre a un par de puritos wizout filterz: sin duda, un digno primer paso hacia ese lugar mejor
     Pero también necesitaba otras formas de consuelo menos específicas, más espirituales; más concretamente, un hombro en el que poder desahogarse sin tener que pagar por ello. Entró a su estudio de calle Alzina y, tras hacer una paradita estratégica en la nevera, subió las escaleras con deje errante y polidramático.

Allí estaba Rai, de nuevo. Al verlo, el bueno de Riot estalló en un incosolable llanto que le dejó el make-up hecho una braga. Se comenta que, en ese preciso momento, su aspecto evocaba –con perturbador lujo de detalles– al de una pelandrusca fallecida tres días atrás. El 'palabra de honor' estaba descolocado en azarosa asimetría y sus pezones, rebosantes como los de una matrioska, asomaban la cabecita así como saludando. Rai, en silencio, lo miraba de arriba abajo al tiempo que se concentraba en mantener una distancia prucencial.

Riot habló mucho, muy alto y muy rápido. A lo que hubo que añadir sollozos, moqueos y puntuales pérdidas de oremus. “¿Qué te parece, Rai? ¿Cómo lo ves?” le preguntó Riot, una vez hubo chillado lo que consideró oportuno.

Rai no dijo nada. Solo se giró y se dirigió a su despacho. 
       A veces Rai prefiere no decir nada.

(Continuará, por muy estúpido e innecesario que pueda parecer) 


viernes, 20 de junio de 2014

BEYOND DOPPELGÄNGSTA (II): PERO, AL FINAL... ¿QUÉ ES LO MÁS TRISTE DE TODO? (Segunda Parte)

(Viene del post anterior)



2. LAS PRIMERAS PINCELADAS. 

Días después, tras haber logrado salir del hoyo de miseria y depresión nerviosa en el que me suelo hundir una vez por semana, consideré que estaba listo para empezar a escribir un nuevo y flamante capítulo en la historia de la pintura universal.

El precalentamiento había sido un éxito. Tanto, que decidí continuar con él de forma indefinida mientras durara mi proceso creativo. Y no es porque necesitara precalentar más, sino más bien por mi total incapacidad para hacer nada sin antes ponerme finito de córdoba. Aceptarlo es un grado, como se suele decir en los grupos de ayuda. Así que de nuevo de visita al colmado, luego al estanco a por unos puritos y doble click sobre disco de música ligera para culminar. Con todo el escenario dispuesto y la liturgia in full effect, me dispuse a dejar fluir ese torrente de iconoclastia que debía ser una lección de humildad para mis contemporáneos. “Lo vais a flipar, hijos de puta… Lagrimones como puños”. Y lo dije en voz alta, porque en esos momentos de épica y autosuperación personal me encanta oir mi voz. Lo que ya sería la hostia en que en el estudio se produjera eco como el de las montañas, varias veces y acabando con un elegante fade-out. Pero no se puede tener todo, como se suele decir en los grupos de autoayuda.

Para mi sorpresa, la cosa no fluyó tan rápidamente como esperaba. Me sentí un poco confundido: iba empastando con acrílicos de dudosa calidad papeles, cartones y maderas de aún más dudosa calidad, acumulando capas de guiñapos sin sentido alguno; mis legendarias gesticulaciones expresionistas se descubrieron ante mí como la travesura de un chiquillo mongólico al que sus padres han abandonado en una estación de servicio y, a fin de poder volver al coche y conseguir largarse antes de ser descubiertos, lo han dejado entretenido con unas ceras de colores frente a la puerta de un lavabo unisex.

Quizás faltaba lubricación y unos cuantos cigarrillos más para destensarme del todo. Cuando escoges un camino como el que yo escogí en su día, has de saber que no siempre va a ser lo que se dice un paseo por la puta playa. Plantar la banderita en la cima suele estar precedido por una buena sarta de penurias. En ese momento, por ejemplo, me sentía muy triste y jodido. Así las cosas, encontré de lo más oportuno renovar votos en modo hardcore, sin florituras ni apretar el culo: hice las llamadas pertinentes, conseguí algo bueno para entonarme y abrí otro litro. Me puse a ello en serio, le di bastante duro hasta que me entraron arcadas. “Ahora es el momento, muchacho”, me dije mientras me secaba con la manga un hilo de baba espesa que se me quedó colgando del labio inferior tras evacuar en la pica un borbotón de bilis que quiso vivir la vida por su cuenta.

Cuando eres un CREADOR, percibes la realidad de otra manera. Es como tener una especie de superpoder, un sexto sentido multiusos. Es como si oyeras la voz de alguien, puede que de dios, dándote instrucciones concretas para hacer del mundo un lugar mejor, más cool. “Esto TENGO QUE CONTARLO”, piensas. Y yo, por mi parte, haría mal en ignorar la responsabilidad con la que mi don me ha cargado el lomo. Por eso, y porque en ese momento me estaba calzando un ciego de padre y muy señor mío, dejé que la pintura me hablara. Que los retazos de carteles publicitarios, las fotocopias choscas para guarrear y los rotuladores Carioca usaran mis manitas para encontrar su lugar y forma en el papel. Había nacido DOPPELGÄNGSTA.

Al cabo de unas cuantas horas de haber visto la luz, oí como alguien entraba al estudio. Era Rai. Cuando acabó de subir las escaleras, lo saludé efusivamente. Me sentía dichoso, por todos los diablos: estaba creando cosa fina, música ligera sonando a todo volumen, tenía suficientes estupefacientes en mi torrente sanguíneo como para matar a un elefante de una tacada y, lo mejor de todo, ese día aún no me había meado en los pantalones. El mundo a mis pies, como se suele decir en los grupos de autoayuda.

Visiblemente emocionado, empecé a avasallarlo con los apasionantes pormenores del trepidante proceso, hablando muy rápido y muy alto, intentando que el abuso indiscriminado de frases subordinadas –que en su mayoría ni siquiera venían a cuento, pero que daba gusto oírlas– no me hiciera perder el hilo. A pesar de que su forma de arquear las cejas resultara inquietante de entrada, asumí que en el fondo de su corazón estaba sulibeyado. Finalmente, a modo de grand finale, le enseñé mi nueva obra.



Rai no dijo nada. Solo se giró y se dirigió a su despacho.
     A veces Rai prefiere no decir nada.

(Continuará...)




miércoles, 18 de junio de 2014

BEYOND DOPPELGÄNGSTA (II): PERO, AL FINAL... ¿QUÉ ES LO MÁS TRISTE DE TODO? (Primera Parte)

No me considero una persona especialmente desgraciada. Mi mala suerte es bastante estándar, como también lo son mis problemas de salud. El tema económico ya es más complicado, pero sin salirse de los márgenes establecidos por el criterio mayoritario. Soy feliz en algunos aspectos de mi vida. En un par de ellos, mi dicha no podría ser más completa.

Pero hay algo que se sale de las previsiones. Por la parte mala, digo: dejemos los despuntes de felicidad donde están, que ni molestan ni piden pan. A lo que iba: de todas las circunstancias que acumulo en el lado chungo de la balanza, hay una que brilla con luz propia (no sé si "brillar" es el atributo que estaba buscando, pero lo daré por bueno. De hecho, tampoco me he ido demasiado fuera: si coges el cadáver en avanzado estado de descomposición de un pastor alemán, lo barnizas a conciencia y luego lo rocías con abundante purpurina, también brillará. Aún mejor, lo más probable es que brille de la hostia. Creo que nos entendemos). 

"BLACKOUT!". Fotomontaje digital. 50x70 cm.

 Dicha circunstancia está íntimamente ligada con el nexo común que viene conectando las últimas entradas del presente blog, y muy seguramente conecte algunas más que vendrán: esto es, mi recién finiquitada expo DOPPELGÄNGSTA. Una muestra de pinturitas, collages y otros tantos artefactos al uso, lo que se supone que debería ser lo mejorcito que tengo para ofrecer a la Sociedad. Desde otro punto de vista, contamplando este mismo hecho pero desde un ángulo más cerrado, puede decirse que se trata de poner la polla encima de la mesa para que todos vean con qué viveza te palpitan las venas.

Se van a enterar esos hijos de puta, pensaba yo al inicio de mi periplo. Va, Riot. Tú puedes. Demuéstrales a todos lo que es LA OSCURIDAD: como tú sabes, en plan ultra-saladete pero con un fondo altamente discursivo (?) y provocador. Eeeeh. A ver quién va a mandar aquí, me cago en toda la puñeta.

Con tal brío juvenil me puse yo las botas de montar, con la cabeza a rebosar de visiones acojonantes, claramente de mear y no echar gota: mis imágenes no iban a pasar desapercibidas ESTA VEZ. Porque ESTA VEZ –pensaba yo de camino al supermercado en busca de unos litros sabrosones de Lager–, ESTA VEZ iba a dejar atrás, POR FIN, el requemado páramo de 3ª regional para subir de una sola tacada hasta la liga senior, la de los que no necesitan mendigar atención sobre lo suyo porque la gente –la Gran Meta: ese fin último, tan paradójico, de cualquier proyección creativa más allá del "querido diario"–, la gente brinda voluntariamente esa preciada atención de forma gratuita y, ES MÁS, están encantados contigo. Cuando estás en la liga senior, los amigos ya no son imprescindibles: otros vendrán, y no precisarán conocerte en persona y/o deberte dinero para ir a buscar lo mejor de ti, la sublimación de todas tus pasiones, cristalización por antonomasia de tu Yo más universal. Eso, amigos, es lo que se conoce como EL AMADO PÚBLICO.

"ERASERHEAD FELIPE (FLAMBOYANT)". Fotomontaje digital, 50x70 cm.

Y aquí es donde entra la circunstancia. A ver cómo lo explico. Lo probaré punto por punto, lo más cronológicamente posible. Quizás así, contando las cosas al natural, consiga arrojar un tanto de luz al asunto.

NOTA: Para no llevar a conclusiones erróneas, ninguno de los siguientes puntos se refiere específicamente a la circunstancia. Y, al mismo tiempo, la circunstancia se define a partir de los aspectos esenciales de cada uno de ellos. Más o menos.
Otra cosa más a tener en cuenta: este es un DOCUMENTO SINCERO. Una vivencia en carne y sangre, narrada desde dentro; directamente de puño y letrina, como los antiguos. Así que mamoneos los justos.
       En fin, al grano que se hace tarde:


1. EL PRECALENTAMIENTO. 
Como cualquier deportista de élite o profesional de alto rendimiento especializado, no podía meterme al ruedo así, en frío. Antes de llegar a esas imágenes que habían venido a mi cabeza, tenía que dar unas cuantas 'vueltas de reconocimiento'. Estirar los músculos, calentar la sangre, abrir de par en par los portalones de mi palacio mental para que la cosa se fuera ventilando; el salón principal de mi palacio mental ciertamente –y no esperaba menos– olía un poco a cerrado, a tapperware, a cajero automático del Raval. Hablando en plata, todo mi palacio mental estaba comido de mierda, de punta a punta: limpiar todas esas telarañas (y lo que no eran telarañas) no iba a ser cosa fácil; el asunto requería de cierta marcialidad y mucho método. 
     Como por suerte no soy nuevo en esto, supe cómo manejar la situación desde el primer momento. Y vive dios que no llegas a donde yo estoy sin aprender un truco o dos por el camino.

Como en casi todas las empresas importantes, lo primero es lubricar. Conviene destacar que, en este primer nivel de precalentamiento, no vas a ninguna parte si primero no te liberas de tus yugos mundanos y los lastres habituales de vivir en sociedad. El creador ha de limpiarse por dentro, evacuar todo pensamiento responsable de su mente, convirtiéndose así en un receptáculo de emociones puras, gesto e intuición. Así que, tras preparar los materiales, me puse un disco de música ligera y empecé a mamar cervezas como si no hubiera un mañana.
    Como decía, uno aprende cosas importantes a través de la propia experiencia y el autoanálisis: fumar muchos cigarrillos, puritos sin filtro, pintarse unas anchoas de complemento o dar vueltas en círculo como un monje subnormal son otras de las técnicas de emancipación que suelo poner en práctica antes de entregarme al siempre comprometido ejercicio de la creación. Abrirse otro litro, pintarse otras anchoas, emitir sonidos guturales sin voluntad de comunicar nada, dar más vueltas en círculo… La autoflagelación –y en general cualquier forma moderada de castigo impuesto desde dentro– también puede ser un buen resorte para hacer saltar a la palestra esa dosis de entrañas que logra dotar a la obra de profundidad ontológica: para llegar a lo más hondo, lo mejor es una pala y un bracero nigeriano. Pero si no tienes una pala y/o no conoces a ningún nigeriano de confianza, una saga de pescozones en el interior del muslo y repetirte para tus adentros “eres una mierda, eres gorda y fofa e incapaz de engañar a nadie”  puede sacarte del apuro con razonable solvencia.

Después de ocho horas y pico dándole perico al torno, logré por fin trascender
    Y luego no recuerdo nada más. 
   Al parecer, en algún momento fui a mear y algo pasó. Un mal cálculo de ángulo y distancia.

Rai llegó al estudio. Cuando subió las escaleras me encontró allí, rodeado de litronas vacías y con los pantalones meados a lo largo de ambas perneras. Semiincosciente, con una repugnante colilla de purito colgándome del labio: a cierta distancia debía parecer una verruga gorda y peluda. Las comisuras apelmazadas de saliva seca y evidencias de haber estado consumiendo sustancias.
      Tengo un recuerdo velado de él preguntándome algo a propósito de la situación. “Estoy creando. Precalentando, para ser exactos”.
    Rai no dijo nada. Solo se giró y se dirigió a su despacho. 
    A veces Rai prefiere no decir nada.

(Continuará...) 

"CREACIONISMO DE BLANCO SATÉN". Istalación fotográfica compuesta por Paquirrín,
Espidifrén 600, vidrio y mota de tabaco. Medidas variables según la hora de la mañana.
(Colección personal del Artista)


jueves, 12 de junio de 2014

BEYOND DOPPELGÄNGSTA (I): DISECCIONANDO INSECTOS.

El sábado pasado se dio por vendido todo el pescado de DOPPELGÄNGSTA. Adiosito, gracias por venir y nos vemos en la próxima. Con dios.

Después de tres semanas largas de exposición, dos eventos y alguna que otra venta, venía yo preguntándome lo que –supongo– se pregunta cualquier persona sin título nobiliario y/o con dos dedos de frente, por lo menos una o dos veces a lo largo de su vida: y ahora qué.

La cosa es que, tras parir la última obra de la expo –con la inauguración a tres días vista, siendo esta última pieza un sentido homenaje a ese gran aglutinador de viejas guardias que es Alejo Vidal-Cuadras–, me dije: "esto [observando con detenimiento la obra, una vez enmarcada y embellecida en la medida de lo posible], ESTO es una PUTA MIERDA, así que voy a dejar de pintar un tiempo". A lo que añadí, esta vez con la boca pequeña: "porque no tienes pelotas de hacer lo que tienes que hacer y acabar con esta patraña de una vez por todas". Recalco que todo esto me lo dije con el corazón en un puño, poca broma. No lloré, ni tampoco acabé estirado en el suelo, oscilando sobre la curvatura de mi espalda con los brazos cruzados como lo haría una nenaza con ganas de correctivo. Me dije todo aquello –que tampoco era mucho– en plan muy sufrido para mis adentros, pero manteniendo en alto mi varonil compostura. Por lo menos al principio.

"PEDERASTA". Collage pre-electoral y mixta sobre papel. 50x70 cm.

Dedicarme a cultivar hortalizas, aprender a tocarme la punta de la nariz con la lengua, tomarme más en serio lo de fumar en papel de plata, ahorrar para implantarme unas tetas de goma, escribir una novela autobiográfica mala de cojones y llena de clichés más resobados que un polvorón en un comedor social... Las posibilidades que barajé no fueron pocas. Esa natural inclinación hacia la aventura y los senderos de paso incierto ha sido un punto clave que ha presionado efectivamente mi toma de decisiones desde que tengo uso de razón (en realidad, desde que el asunto del bebercio se me fue de las manos; pero dado lo difuso de mi verdad histórica, mejor optar por la frase hecha).

Una muchacha frente a uno de mis cuadros, optando sabiamente por mirar al techo.

No obstante, y a pesar de la gran calidad humana de todas las posibles ocupaciones con las que poder llenar esos soberbios socavones espirituales con los que sin duda iba a encontrarme en ese nuevo camino con dirección diametralmente opuesta a la –muy taciturna, visto el panorama– ocupación a tiempo parcial de "creador de imágenes", ninguna de mis opciones llegó a transmitirme la energía y buen rollito necesario como para aparcar de forma indefinida una de mis habilidades estrella. Por lo que concluí que, por lo pronto y a falta de un input con solera, mejor era malo conocido que bueno por conocer (de nuevo, una frase hecha para salir del paso: síntoma inequívoco de que se me está pudriendo el cerebro más rápido de lo previsto).

Mal asunto: con todo eso volví al último punto de inflexión conocido, y por ende al principio de esta historia. Volví a mirar el collage de Alejo: seguía siendo algo malo, o como mínimo algo no bueno. De factura cutre, como si le faltara un hervor. Un despropósito con aroma a pereza ontológica, pero sobre todo con un invasivo regusto a refrito, y no solo porque la base –fotográfica y electoral a la par– ya viniera grasienta de origen. Ante mí reafirmé la conclusión de una broma enajenada que en algún momento me gasté. Al parecer, dicha socarronada me hizo tanta puta gracia que de reír se me debió desencajar el engranaje encargado de tirar del carro. Me sentí, de nuevo y más que nunca, estancado.

"AFEITÁNDOSE FRENTE A UN ESPEJO CUBIERTO DE VAHO". 34x45 cm.

Días después, di con el bálsamo. Un remedio de medio pelo que, si bien no lograba solucionar mi problema existencial (sobre lo pertinente de ocupar mi tiempo libre en requetefreír sin demasiada gracia mis aspiraciones creativas junto a un ultimátum de referencias culturales, todo bien sazonado con un puñado de necesidades culminantes según la Pirámide de Maslow), me propinó alivio y me dió algo más de tiempo. Un tiempo imprescindible para pensar qué coño hacer en todo caso, por dónde ir para a fin de no ser gangbangeado por una pandilla de payasos ebrios encima de un pinball en un bar de carretera.

Ahora estoy bien. Más o menos. Todo ha vuelto –aproximadamente– a su cauce. Incluso miro fijamente a los ojitos de mi Alejo y creo que "no está mal del todo". Sigue sin ser algo como para tirar petardos; mas ahora, tras dejarme seducir por el bálsamo, sinceramente pienso que tampoco desmerece. 

Ah, eso. El bálsamo. Nada, muy sencillo: una tarde muerta me senté frente a mi ordenador, me di una vuelta por la web y pronto me sorprendí visitando vuestras páginas de trabajos. Vuestras pinturas, ilustraciones, textos, opiniones. Vuestros bitácoras de selfie-y-cierra-españa. Ese halo de solemnidad en vuestras proyecciones. Autoindulgencia, autoidolatría y auto de fe(ria) pero sin confesión mediante. Eso, y que la autoproclamación de #artista (simbolito de los cojones incluido) esté a la orden del día por vuestros lares.
Eh. No digo que esté mal.

Según pude deducir, algunxs de vosotrxs –bastantes más de lo meramente inquietante– habéis conseguido engañar a la concurrencia, haciendo pasar vuestras cosas (dignas en un principio, qué duda cabe) por realizaciones dignas de mención (en todo caso, finalmente magnificadas por algún síntoma alucinado de sobrevaloración exponencial). En algunos casos concretos, cobrando por ello. Cobrando BIEN. La repanocha, vamos.
De pronto, una sensación de esperanza me recorrió la espina dorsal de la nuca a la rabadilla. Acto seguido, recobré –con más fuerza que nunca antes– mis ambiciones de cobrar un razonable pastizal por emborracharme y pasar la picha por un papel, un lienzo o lo que toque según indiquen los 'must' de temporada. Ah. Y hablar de mí y de mis jodiendas plásticas en tercera persona, mirando raro y poniendo boquita de leporino sexy mientras me aprieto un pelín el cilicio, modo comotúyyosabemos.
Solo tengo que analizar un poco más vuestro modus operandi. Estoy en ello.*

Y ahora qué.
Pues nada, gracias por la parte que os toca.
Y a ver si empiezan a vender metralletas en los estancos. **



*Nota del autor: la presente diatriba está focalizada hacia un tipo muy concreto de fantoche alejado de lo que me suele rodear, y que además no suele pasarse por aquí (este blog) porque no suele interesarse un carajo por cosas como esta. Y bien que hacen, qué coño.
El concepto "vosotros" lo uso para enfatizar alguna mierda de esas que hacen que tu texto sea la hostia, ¿me explico? En plan jambo incomprendido que, gracias a una innata y rarísima habilidad, es capaz de combinar sin arrugarse la brabuconería de un Paco de Bar con la sensibilidad de un dandy. 
Pues eso, buen rollo si es de menester.

**Lo de "vender metralletas en los estancos" es original de ESKORBUTO. Un respetito para LOS MÁS GRANDES.




domingo, 1 de junio de 2014

SE ACERCA EL CLOSING DE DOPPELGÄNGSTA


Amigxs de la Carne Cruda, se acerca el fin del periplo barriobajona de RIOT ÜBER ALLES. Para celebrar (o cerebrar) esta muerte anunciada, contamos con un evento de lujo: el pase de video de LOS ORGANISMOS, un proyecto pertrechado por el anímicamente gigantesco COLECTIVO JUAN DE MADRE. Y además, contaremos con la oscuridad elegante y electrónica de DJ SOPHIST, que nos trae un LIVE SET de dos horas para mear y no echar gota.

Y para arrojar un poco más de luz sobre LOS ORGANISMOS, aquí presente el texto que firma el propio Colectivo Juan De Madre:

"La aorta de una ballena es de diámetro mayor que el de la cañería principal del puente de Londres y el agua que corre por esa cañería no tiene tanto ímpetu y velocidad como la sangre que impulsa el corazón de una ballena". 
William Paley, "Teología Natural"


Para explorar la contemporaneidad, nos internamos en las vísceras de aquellas criaturas que el hombre construyó hace décadas para abandonarlas después. Descubriendo los espíritus invocados por esa ruinosa química inorgánica, que dan testimonio de una transubstanciación distinta, donde el antiguo cemento y el remoto acero es carne presente y selva futura.
 Los Organismos es un proyecto que ha de durar varias décadas y consistirá en una centena de vídeos donde daremos muestra de todas estas expediciones.
El próximo sábado 7 de junio presentaremos las grabaciones de los dos únicos Organismos filmados hasta la fecha.
Para el segundo de los Organismos, además, hemos contado con la participación de Cacho Salvador (Extraperlo, Capitán…), que ha compuesto una maravillosa e hipnótica banda sonora, como la voz de un cadáver mitológico.