jueves, 26 de noviembre de 2015
TRAS ESA PUERTA
Tras esa puerta
un largo pasillo
y voces que casi
podría conocer
y un hueco
con el que se asusta
a los niños
y los niños, algunos
tras otra puerta
a través
o frente a ella:
algo que no importa.
Tras los niños, otros
diferentes
más o menos niños
y así sucesivamente
de todos los tamaños
y formas
hombres y mujeres
en todas direcciones
y tras ellos sus vehículos
y tras ellos, más
y otros
y animales rotos
y lugares que contienen
otros lugares que contienen
otros lugares compuestos
por rincones tan lastimosos
que ni pueden contenerse
a sí mismos
y tras ellos,
tras los vidrios ahumados
y las paredes antaño maestras
y los puntos ciegos de alguna
guerra vieja,
más niños y hombres y mujeres
(palmeras de plástico hacen caminos)
más animales rotos
inacabados como por resarcimiento
sobre en y bajo los vehículos
vehículos conteniendo vehículos
estrujándose por entre blandas
estrecheces limosas
de lugares
dentro de lugares
rebosados de lugares.
Podría ser así siempre.
Hasta que tras lo que parecía
infinito
—y no, no lo es—
tras todas esas formas reconocibles
sólo a causa del mutuo acuerdo
tras todas y cada una de las
alucinaciones en proceso
y los opalescentes parches de luz negra
que a medias tornasolan
holocaustos
y niños, hombres, mujeres, vehículos
etc.
Tras todo
ello
un Paraíso no tipificado
—casi seguro, no existente—
se erige en absoluto
silencio
tras de mí.