martes, 29 de diciembre de 2015

DENTRO DE DENTRO (pintura mural exclusivamente a base de pigmentos naturales)


DENTRO DE DENTRO (estado final)


Vale, lo reconozco. Suena FATAL.

En cuanto oigo la combinación de términos Pigmentos + Naturales, me recorre por dentro un latigazo que me lleva —y no de una forma agradable ni negociada— a páramos sembrados de pantalones bombachos, flautas, chilabas rancias, caravanas from beyond el corral de la Pacheca, incienso de pachuli, cortes de pelo eminentemente anitihigiénicos, tuercas a modo de anillo y, por supuesto, ese ejército de miradas ausentes que podrían —es una posibilidad— estar observándote bajo el rictus de la condescendencia —cósmica, en todo caso—, o bien, sencillamente se han perdido por entre los abisales y subterráneos túneles de una dieta crudivegana —cosa bastante más probable— y, para qué negarlo, en realidad NO te observan: pasa que justo están sumiéndose en un lento e inexorable estado comatoso del que ya nunca volverán del todo. En el mejor de los casos.

También es cierto que mi estado de psicosis quasipermanente, los biorritmos hard bass y esa tendencia pirómana que suelo gastarme hacia cualquier actividad más allá de comer-dormir-evacuar —sea yo el practicante o no, hace tiempo que el matiz viene dando igual— pudiera haber tenido algo que ver en esta metralla de perjuicios que, bien pensado, poco o nada tiene que ver con los pigmentos naturales. Los pigmentos naturales son eso: pigmentos naturales. Los que siempre han estado ahí. Atapuerca y tal. A partir de semejante premisa, resulta de lo más lógico poder vincularlos a una gran mayoría de circunstancias a lo largo y ancho del devenir humanoide. Incluidos están, mal que me pese, los hippies crudiveganos de camino al coma a velocidad de crucero.


DENTRO DE DENTRO (Final, detalle).

Pues bien: una vez sacudidas las pulgas, he aquí un mural realizado íntegra y exclusivamente con estos pigmentos. Llámalo probar historias nuevas, llámalo así son las cosas, llámalo a Riot le ha brotado de la cascabelada marcarse un muralito old-old-old school.

Ah, sobre la presente práctica y su continuidad: NUNCA MÁS. Probado queda, eso quedará entre mis nietos y yo. Orgulloso afirmo que esta tecla, ya la he tocado. Pero es en días como hoy en los que echo de menos inhalar disolvente (o quitamanchas, o relajante muscular, o anticongelante para tractores, etc). Toxicidad es progreso, amigos. Podéis creerme. 

Gracias a Andrés por ayudarme. Y, de hecho, por haber tenido la idea. Aún te debo una birra más.


Uno de los primeros estados (nótese la desesperación)

Preparando materiales. Y esta vez NO, no es lo que parece.