sábado, 11 de abril de 2015
DOS IMPRESIONES A PROPÓSITO DEL SILENCIO
HOY MISMO CON TODOS
Sobre la mesa la honra porque todos quieren, cómo no
saber
y no es que el silencio venga a ser lo que debieran recordar en un futuro
porque entre ellos
las manos
los dedos de más
rotos suben
como la espuma
de boca en boca
un aparatoso entramado rábico
oscilado entre besos larvales y ataques dentro de lo asumido
incluidos los niños de todos
aún más rotos
de postre
en llamas
como si lo esencial de todo lo universalmente dañino pudiera cumplir
años
entre los decimosegundos y vigésimoprimeros dedos
rotos
todos
como la primera hora de hoy mismo
que sin saberse ha muerto
como una rata entre dos paredes y sin dientes
preciosos, por qué no
así tan quietos
sobre la mesa
la honra
mientras habrá quien piense
en los huesos alargados del primogénito del primogénito
que traen
el futuro
en un puño
en la boca
los dedos de más
peces en la lengua
como gusanos a dentelladas
y, veis:
para nada
era el silencio lo más grave.
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METROPOLITANO
Resulta evidente: la mujer está muerta.
Se sienta [a mi lado] como si se hubiera muerto hace poco.
No me mira
pero si lo hiciera
como muerta
a su lado un imbécil sostiene a su hijo
—una especie de muñeco violeta que canta
marcan esa [repugnante] diferencia que me irrita hasta perder
la vista
[yo] sí miro
a la mujer
refugiándome en sus moscas, las venas
ya del todo sólidas y
en lo mucho que le agradezco que
falleciera no hace mucho
—no aquí, no ahora, no dentro de un momento–
y en lo que es para mí su silencio,
tan ejemplar.