Sin título, a propósito del poema. |
UNA RELACIÓN DIRECTA
El otro día reconocí públicamente la existencia de la Violencia.
Fue la cosa más hermosa
que recuerdo de todo lo que recuerdo.
Hasta entonces
mi vida había sido —ahora lo sé— una suerte de carcasa hueca
vacía
como vacíos de jugo los nudillos que en lo hueco de mi cráneo
crecieron desde el principio desposeídos de amor y similares
lo que hasta ese momento percibí como
Paz Interior —así creo que lo llamaban—
no era si no
una fístula por la que los desmerecidos peces
recién delegados / cebados eran
de mi memoria pobre —y residual, en su mayoría—
donde junto a flotantes cebos de modus operandi que ni siquiera fue
mamaban con su poquísima fruición la leche
que aguada
entre grumos fingió ser sangre mía.
Otra cosa:
las Revelaciones Auténticas nunca vienen solas.
No fue solo
abrazar el golpe nuevo y flamante el temblor
de la carne
dentro y fuera del ojo
porque estaban conmigo
se contaron varios y no pocos —no paraban de repetirlo—
que junto a mí entraron sencillos como gotas de agua en el océano
—imagen de incomparable belleza,
parafraseando aquí al Sentir Popular—
y fue como —lo juro— entrar de nuevo en el Vientre Primero
como bendecido por una Excepción de lo propiamente Divino
que con justo gesto déjome temblando sobre la Lengua Sin Fin
que verbaliza desde los albores todas las palabras
malsonantes
amenazas
humillaciones
astillas a destiempo —balas ciegas—
bisbiseos de variables eminentemente nocivas
átono rumor de masa
y su correspondiente clímax si procede
onomatopeyas secas / húmedas / mixtas
a veces incluso animales
monosílabos del ácido —antiguos, nuevos—
auténticas barbaridades
y sobre todo
—siempre—
el chasquido
que llegado el punto obsequia
a los dientes cuales junto a ella
celebran
el Deleite
el Orden Natural
y todos los demás órdenes, hasta el último.
El temblor se detuvo solo en mí y no de él ni de la Lengua
—será eso lo que se entiende formalmente por Milagro—
aprendí mi primer buen truco.
Ni de largo es lo tuyo tan emocionante;
aún me queda tanto
—TANTO— por aprehender
pero te amo así —por primera vez y de verdad—
y puedo asegurarte que los que vendrán tras de ti
serán mejores
seguro más completos
restos reconocibles
aberraciones de autor
—veo en ello Grandeza, no lo negaré—
habrán de inspirar a la Lengua Colosales Discursos.
Pudiera ser.
Esperemos.
Quién sabe
si algún día llegaré a ser memorable:
siento mucho si es que eso así fuera
el no haberte podido reservar para la ocasión
ni siquiera era una promesa pero
ahora que empieza
el glorioso resto de mis días
ahora sí te prometo —y prometo recordarlo—
ver tu última cara, la última de todas
—yo sí que me acuerdo, me acuerdo—
en todos y cada uno de mis pasos hacia
esa Plenitud de la que todos tanto hablan
esa
que ya no está
como nada está ya
a tu alcance
mas tan solo lo que te quede ahora es tuyo:
el Silencio
—no cualquiera, digo Verdadero—
novísimo fruto único —llámalo equis—
nacido de la cosa más hermosa
que recuerdo de todo lo que recuerdo.