Don Cánovas en Frescura (imagen de archivo) |
"Desde los históricos criptogramas (originalmente llamados umbrales) de los Sumarios Reales atribuidos a la II Dinastía Ab-Ruiz Montornés (ubicada en algún momento entre los años 1208 y 99 a.C), no se habían detectado literaturas ocultas bajo un sistema tan sofisticado e intrincado como el usado (¿y acaso creado?) por Don Cánovas. Esto es, y valga como prístina asunción teórica oficial y consensuada unánimemente por los especialistas aquí presentes: de la primera a la última página de su obra, las palabras (y, más concretamente, las letras) se extienden a lo ancho y largo de los muchos párrafos que componen su discurso escrito, llenando así la totalidad de páginas comprendidas en cada volumen. Esto, no nos engañemos, pasa casi en todos los libros y obras impresas basadas mayoritariamente en textos. Ahora bien. En el caso de Don Cánovas, si reordenamos un número suficiente de letras incluidas en su obra bajo reglas de riguroso cumplimiento, antes o después obtenemos un mensaje que se va dibujando como una constelación de trazado casi quirúrgico. De la misma forma que el impecable mecanismo de un reloj: una vez éste se pone en marcha, se somete automáticamente a un pulso de parámetros matemáticos de indeleble prestancia, señoriales al máximo, tal y como cabría esperar de una mente tan espectacularmente lubricada como la de Don Cánovas. Tal y como el segundero mueve al minutero y éste mueve a su vez la manecilla más corta (que, por eliminación, es la encargada de apuntar las horas), la impactante excelencia criptográfica de Don Cánovas nos va guiando por entre delicadísimos entresijos a seso y fuego hasta llevarnos, en el mejor de los casos, a la obtención de un mensaje nuevo, completo en fondo y forma."
(Extracto del Extracto 22, documento inédito originalmente hallado
en [clasificado] y expuesto a la luz en este blog por vez primera).
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EXTRACTO 22 (COMPLETO, REPRODUCCIÓN FOTOGRÁFICA ORIGINAL):
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