Lo cojonudo del caso es que, en algún momento del proceso, llega a parecerme que todo esto tiene su sentido. Una vez ha bajado la fiebre, suele ser ésta una impertinencia de muy difícil digestión. Evidentemente. Y yo tengo un día menos de vida.
A ver cuándo permiten, por lo menos, desgravar las drogas en la declaración de la renta.
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