Esta es la portada. |
No sé. Me siento... cómodo. Feliz, a mi manera. Y no solo por mi inherente inclinación a compartir mis fabulosas creaciones, a las que nunca dudo en etiquetar como #art, no vaya a ser que cuando la peñita gogglee no me vayan a encontrar por ahí, dando lo mío.
Dichoso me hallo por haber descubierto, recientemente y de fully sopetón, mi talento natural para la (des)composición musical. Y, dentro de ésta, en concreto la ejecución de Harsh Noise.
¿Por qué Harsh Noise y no, por ejemplo, piano o pop electrónico? Porque, a diferencia del piano o incluso del electropop, aquí NO hace falta saber NADA de música: mi caso, sin ir más lejos. El Harsh Noise de hoy en día (exceptuando un par o tres de honrosísimas excepciones) es el equivalente a la pintura informalista de finales de los años 80 o, más recientemente, esa bonita manía de pegar plastotes de acrílico sobre fotografías (ajenas) como quien caga por la ventana para luego pintarles dientecitos y cosas. Garabatos, rayajos de plastidecor y/o ceras escolares sin ton ni son... Todo vale. ¿Más ejemplos? Hacer acuarelas de mierda, calcar, pintar como una vieja chocha de Albacete y, aún así, ir colando tus mierdas por ahí. Eh, y con la cabeza bien alta, a la espera de alguna entrevista o algo. Ya sabéis: #art.
Así las cosas (y tal como está de saturado el panorama "pictórico" en esta bella ciudad mediterránea), he decidido que lo mío, a la hora de meter las putas narices donde no me llaman, va a ser la "música electrónica extrema". Porque es complicado verle el plumero, entre otras cosas: en núcleo duro de este tipo de "composiciones" es ya de por sí TAN CHUNGO, que toda derivación hacia lo "bueno", "lo malo" o "lo peor" pierde fácilmente su rumbo por entre senderos pantanosos, opacos y harto choteables. Y también, por qué no, porque su violencia intrínseca y potencial suficiente como para joderle de por vida los tímpanos a la parroquia son, como podréis entender, valores que aprecio y no paso por alto.
En resumen, y sin alambrarme más en retóricas del odio (las cuales acabarán —muy, muuuuy seguramente y como siempre— en agua de borrajas): aquí os dejo con mi flamante primer LP titulado ONLY DOLOR.
Con cascos mola más, os lo aseguro. Sin lugar a dudas, ONLY DOLOR viene a ser una de las peores mamarrachadas con la os hayáis topado jamás. Vive dios que no se lo salta un torero.
Que lo (a)disfrutéis.
Que lo (a)disfrutéis.