AHORA QUE
EMPEZAMOS DE NUEVO
Rómpeme gratis
bajo la ropa
interior del Demiurgo
o sobre la fosa
(así lo quiera aquel
que me odie
y, por qué no, también Dios)
No todas las
cosas que se abren tienen nombre.
Pero dentro, en
algún lugar
–lejos
de todo mal,
por más que así sea su reflejo–
maldito sea
aquello que
por vagancia
o por cualquier otro
milagro secular
solo haya de ser
ante la grieta y luego luz
para
después
de todo
seguir entero,
así las cosas
apestando
a secreta grosería
sin ánimo de ofender.
__________________
LO MEJOR ESTÁ POR
VENIR
Lo de parásito no es
tan grave
ni lo fueron
nunca los atropellos que te convirtieron
en algo
–a su manera– ‘popular’
(o aún
peor, sin entrar en detalles).
Tienes tanta o tan
poca suerte como cualquier otro,
a horcajadas
sobre cubos de basura que fuiste
incapaz de llenar
(el camino que conduce a la zanja: bien podría,
pero
no lleva tu nombre).
Y justo ahora que,
con tanta educación,
ibas y venías
como un corazón de vaca
en el bolsillo.
Lo sabes desde
antes:
si hay algo tan
grave
será tuyo
tarde o temprano
y si algo tiene
que ver con la sangre,
créeme:
no querrás verlo.
COMO UN MANANTIAL
No puedo parar de pensar en mi salud.
Me miro al espejo
casi cada mañana
y casi cada vez que
me miro
pienso
qué pena
porque es así,
ES ESTA
(tú bien lo sabes)
la mejor forma de
dejar de inventar, de
detenerlo todo
y de paso dejar hueco en la Historia.
No puedo parar de
contar
todos los dientes
que ya se me cayeron
y las pistas
hacia el buen sendero
que he negado a
golpe de nalga, pelo al viento
como un pirata
mientras por puro
egoísmo
no se me ocurre
pensar ni por un segundo
en cómo se sentirán
los secuestrados
si yo
si yo
su único mapa y amo
de llaves
los desampara en
lo más amargo del anonimato.
O mis caballos,
los perceptivos
bacilos que se comen
su piel y la mía
casi al unísono.
Sin ir más
lejos, la misma tierra
arremolinada bajo las coces que no me dejan olvidar
lo peligroso que es a veces
el Poder.
En el lago flotan
mis prótesis,
pero yo me ahogaré.
__________________
LA FÁBULA DE LOS
DOS TIGRES DE BENGALA
Dos tigres de Bengala
atados por las
patas traseras, alzados
en suspenso
el balanceo los
lleva a estrellarse
contra tu ventana
y dos tigres de
Bengala en tu sala de estar
como si hoy fuera
uno de esos días
en los que no te puede pasar nada malo.
en los que no te puede pasar nada malo.
Dos tigres de
Bengala
Ocupando el lugar de tus dos seres más queridos
pero, ¡oye! Aún te
quedan una o dos cartas
en la manga
bajo los colmilos
de dos tigres de Bengala
antes de que lleguen
todos los demás
–todos ellos de Bengala–
por la ventana y
la puerta y algunos
simplemente
apareciendo.
Ya sabemos –más o menos–
cómo son
los tigres de
Bengala
y es por cosas así
que te ves
empujado a la locura
poco antes de
perder la vida,
antes de entender
que, por extraño que parezca,
no se trata en
absoluto de tigres de Bengala
ni de ti
ni de esto
ni de nada
demasiado concreto, mal que nos pese.
Solo es que nos
hemos acostumbrado.